Juan José Padilla se despidió en la tarde de ayer del público de Sevilla y de la Plaza de la Maestranza cortando una oreja que era todo un reconocimiento a su profesionalidad. Fue en el cuarto de la tarde, su segundo. Solo Roca Rey, también en su segundo, y último del lote, recibió similar apéndice, tras el que fue un decepcionante encierro de los hermanos García, Olga Jiménez y Peña de Francia, versus Matilla.
Dicen que la corrida de expectación, la mayoría, acaba en decepción, y ésta fue una de ellas, y si no llega a ser por la enjundia de Padilla en el cuarto de la tarde, y el valor de Roca Rey, apenas podríamos hablar de algo memorable, mientras que Morante de la Puebla apenas pudo dejar pinceladas con el capote y la muleta.
Vaya por delante el respeto, la admiración y la sensibilidad del público de Sevilla hacia Juan José Padilla -el cartel de no hay billetes lo demuestra todo-, después de que él mismo solicitase despedirse del mismo en esta corrida de San Miguel, en la que nunca había estado en cartel. Aunque no banderilleó en su segundo, el público reconoció su voluntad, el sacrificio, la superación, en toda su carrera, y en recuerdo también a esa Puerta del Príncipe que abrió hace dos años.
El toro que abrió plaza era noble pero muy bajo de raza, no quería tomar ni el capote ni la muleta, y además se llamaba Sosito, haciendo honor a su nombre. Tarde en la embestida, lo lidió muy bien Dani Duarte. Morante dejó una media. Padilla se fue al centro y brindó al público. Comenzó con las dos rodillas en tierra pegado a las tablas, siguió avanzando con dos muletazos. Surgieron tres derechazos primeros y ya el toro no quería embestir. Hizo un esfuerzo el jerezano y acabó pronto, recibiendo silencio.
Con el cuarto levantó la corrida. Juan José, que vestía un traje de tabaco y oro, lidió el último toro de su vida en Sevilla de nombre Veraneante. Intentó engancharle con el capote y la gente lo esperaba para banderillear. Hubo petición y fueron los subalternos los que cubrieron el tercio. La apertura con la muleta fue buena a un toro que embestía con codicia. Se sucedieron series citando de frente con la derecha, de uno en uno, con la muleta adelantada para sacar un circular invertido entendiendo muy bien la embestida, ya que lo enganchaba de principio a final. El epílogo de desplantes con adornos y una estocada muy bien atacada hizo que el público pidiera la oreja, que le fue concedida. En la vuelta al ruedo, apoteósica, abrió la puerta de toriles y le dio un beso, en un instante muy emotivo.
En este toro sonó la música nada más comenzar la faena, en un detalle de sensibilidad por parte de la banda, ya que no es normal que suene la música de principio, si no es una faena que lo merezca, pero Juan se había entregado y decía adiós a una plaza que siempre lo ha respetado, y él ha tenido muchas tardes de triunfo aquí.
La verdad es que se esperaba mucho más de esta corrida, porque Morante se sintió en su primero, por verónicas, ante un toro que embestió con la cara alta. Roca Rey intervino en su turno de quites con una magnífica chiquelina. Solamente tuvo una serie en la muleta, sin romper el toro, insulso toda la faena. Silencio.
Con el quinto volvió a estar artista con el capote, toreando con la mano baja y el mentón en el pecho, y rematando con serpentinas. El toro arreó en banderilla. Se esperaba que llegara a embestir, pero en el segundo muletazo se rajó y se limitó a buscar la salida. Una estampa lamentable para la fiesta. Lo mató de dos pinchazos y una estocada. Aplausos.
Roca Rey cortó una oreja en el último, sustituto de otro devuelto a los corrales por manso. La gente estaba ya harta. Muy bien con el capote y con la muleta ha vuelto a pasarse los pitones por la taleguilla tratando de levantar el tendido. Se la jugó en dos pases cambiados y como mató de pinchazo y estocado le dieron una oreja. Fue una lástima su primer toro, que se le veía vencido al cuerpo en el capote y que tras brindar al público clavó las rodillas en los medios provocando la embestida en un pase cambiado, obligando a hacer un esfuerzo al toro, que se partió la pezuña. Ya muy bajo de fuerzas, mató de dos pinchazos y estocada. El peruano terminaba ayer su temporada en España.
Padilla torea ahora en Úbeda, en Fuengirola y finaliza la temporada en Zaragoza, el 14 de octubre, donde hace cinco años recibiera la terrible cornada en el rostro.
Padilla en Sevilla
Juan José Padilla tardó cinco años en presentarse como matador en Sevilla, hace ya casi dos décadas: fue el 6 de mayo de 1999 cerrando un festejo inusual que abría el rejoneador Antonio Domecq y completaban los diestros Juan Cuellar y Martín Pareja Obregón. Pero desde entonces no ha fallado a su cita con la plaza de la Maestranza y la apertura de la ansiada Puerta del Príncipe en 2016 fue la cima de su carrera.
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