La Asociación de Familias Solidarias para el Desarrollo –Afasode- han lanzado desde Jerez un SOS ante la situación de muchos jóvenes que se encuentran literalmente en la calle al cumplir 18 años y salir de los centros de acogida de menores.
Los representantes de esta ONG, Juan Molina, y César Muñoz, acompañados por tres jóvenes ex tutelados, han dado testimonio de la importancia de la ayuda una vez que salen de los centros de acogida.
El llamamiento ha sido claro y muy concreto: “Necesitamos un piso, cedido o con un alquiler simbólico para que ocho jóvenes, ayudados por nuestros voluntarios, tengan dónde vivir”.
Este piso que necesitan, según ha explicado Juan Molina, es parte fundamental de ‘Emprendiendo el vuelo’, un proyecto de emancipación y autonomía personal de jóvenes que está poniendo en marcha la asociación con la colaboración de empresas, organizaciones y voluntarios.
Y es que, al cumplir la mayoría de edad, las personas jóvenes procedentes de centros de menores, “además de contar con las dificultades que afectan a la juventud en general para adquirir cierta autonomía –comenta Molina-, se encuentran sin vivienda, sin recursos económicos, con un nulo o deficiente apoyo familiar y social que favorezca el proceso de la emancipación y garantice su integración social y laboral”.
Se da la circunstancia además, que muchos de estos jóvenes provienen de otros países y se encuentran sin papeles. “Es decir, salen del centro de menores sin absolutamente nada. Sólo la calle les espera. Por eso, hemos solicitado que se busque normativa suficiente para ampliar la protección hasta los 25 años”.
En el piso tutelado por Afasode vivirán jóvenes españoles y de otros países: “Tenemos los voluntarios para ayudarlos, tenemos cedido el mobiliario, los electrodomésticos, incluso nos van a suministrar los alimentos, hay muchas personas colaborando, incluidos profesionales psicólogos, trabajadores sociales, educadores, abogados (necesarios para la tramitación de documentación)… Y sólo nos falta el piso, una vivienda digna, nos da igual la zona, siempre que no sea en la ‘boca del lobo’, es decir, no podemos meterlos en un sitio donde haya tráfico de drogas o foco de delincuencia. Son jóvenes que acaban de cumplir 18 años y tienen muchas ganas de aportar y de construir su futuro dignamente”.
El secretario de Afasode ha insistido en que “tenemos que hacer un llamamiento a la opinión pública, a esa persona que por circunstancias tenga una vivienda vacía, que no tenga expectativas de venderla o alquilarla, un constructor, promotor, las empresas de vivienda municipales, la Agencia de la Vivienda… en cualquier parte de Jerez y de la Bahía, por favor, es urgente, ayúdenos, cediéndonos la vivienda o con un alquiler simbólico. No podemos hacer frente a un alquiler normal, de mercado, ya que somos una ONG sin recursos, sin subvenciones, por eso pedimos ayuda”.
“Queremos que estos jóvenes vivan en dignidad –ha añadido-. Y nos están llamando todos los días preguntándonos si ya está en marcha el piso tutelado. Hay muchos chavales esperando, por eso lanzamos este SOS desesperado”.
Según los datos facilitados por Juan Molina, tan sólo en Jerez hay 18 jóvenes ex tutelados viviendo en la calle, sin un lugar a dónde ir, a los que hay que sumar los que están a punto de salir de los centros de menores al cumplir la mayoría de edad.
Testimonios
El piso es muy importante para buscar un futuro bueno”
Tres jóvenes que ya viven en un piso tutelado por otra ONG, ‘Voluntarios por Otro Mundo’, cuyo responsable en Jerez es Michel Bustillo, han dado su testimonio y ejemplo, como ha apuntado Juan Molina, de lo que sí se puede hacer, “darles una oportunidad, porque ellos son nuestro futuro. Va a vivir aquí, y que lo hagan aportando sus talentos y aportando a la economía”.
El primero de los jóvenes en hablar ha sido Achraf, de Marruecos, quien destaca su suerte al poder vivir en el piso tutelado. “Se está muy bien ahí”, comenta. E insiste en que “es muy importante para buscar un futuro bueno”, que es lo que quieren, a lo que aspiran.
Muchos tienen que esperar en la calle antes de encontrar una plaza en un piso de ONG. Éste es el caso de Puda, también de Marruecos, sin papeles. Tuvo que pasar unas dos semanas en la calle cuando salió el centro de menores. Al hablar de esto, para y se queda sin palabras, y no se trata de su español básico, sino de emociones.
Zoumana, de Costa de Marfil, llegó hace ocho meses. No tiene papeles pero sí muchas ganas de salir adelante y aprovechar toda la ayuda que le brinden. Sobre sus expectativas, es tajante: “Quiero trabajar”. Al preguntarle de qué, responde sin dudas: “De mecánico, que me gusta mucho”.
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