El tiempo te dará una vez más la razón. Que después de sentirte tan culpable, resulta que la víctima fuiste tú. Que te hicieron creer que todo era culpa tuya y resulta que la culpa te la echaban porque no la quería nadie. ¿Qué tendrá la culpa? A veces no hay que buscar culpable, sino la verdad. Esa que nos llevará siempre a donde queramos ir. Porque una verdad a tiempo duele mucho menos que cien mentiras camufladas. Así lo he aprendido. Así me lo ha enseñado la vida a base de golpes, de reveses. Que son muchas las personas que dirán que están a tu lado, pero te sobrarán dedos de una mano para contar las que de verdad estén. Que nos han roto tantas veces el corazón que quien ha querido recomponernos, primero ha tenido que cortarse con todos ellos. Y quien se preste a ello, no lo dejes escapar. Porque es muy difícil que alguien arriesgue por ti, sin saber lo que le espera a tu lado. Porque es muy difícil devolvernos al estado original. Pero quizás tengan la fórmula que nadie haya encontrado. Quizás sepan sacar lo mejor de nosotros mismos y por fin de verdad seamos. Seamos quien queremos ser. Sin peros, sin preocupaciones, sin nada ni nadie que nos frene. Porque muchas veces pecamos de mirar alrededor, pero para que nuestro alrededor sonría, tenemos que empezar a hacerlo nosotros mismos.
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