El amor es eso que pasa mientras nosotros nos hacemos los ciegos. Mientras no nos damos cuenta que lo tenemos justo delante nuestra. Que nos hemos pasado la vida buscando una historia de película, pero esas nunca aprendemos que no rebasan la pantalla. Somos nosotros los que la escribimos y puede ser mucho mejor que esa que esperamos. Porque a veces lo menos esperado es lo más buscado, lo que mejor se vive y aún mejor, lo que más se disfruta. Nuestro propio guión de cine. Y quizás no sepamos lo que vaya a venir después porque no lo tenemos preparado. Porque nadie nos dijo cuál era nuestro papel, pero sí nos dijeron cuál era nuestro objetivo: dividir las penas y multiplicar todas las alegrías. La función acaba de comenzar y en este preciso instante te encuentras viviendo sin límites, queriendo ser, despertando sonrisas, derramando amor de todo lo que rebosa. Y quizás no tengamos mucho, pero nos sabe a todo. Porque cada historia es distinta, pero los que la hacen especial son los protagonistas. Es decir, nosotros mismos. Tú vives tu vida y eliges con quién compartirla. Y que no deberían de existir los miedos ni los tapujos, porque a fin de cuentas, el amor es amor, sin hacer vista en la edad, género, raza o cualquier otra índole. Y eso es lo bonito, eso es lo que lo hace especial.
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