Andalucía más que verde

Recuperemos las dehesas para un campo vivo y sostenible

Un territorio sin dehesas no tiene futuro. Aún menos en Andalucía donde la dehesa, el sistema agroforestal más importante de la Unión Europea en extensión

Publicado: 11/07/2018 ·
13:47
· Actualizado: 11/07/2018 · 13:47
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Un territorio sin dehesas no tiene futuro. Aún menos en Andalucía donde la dehesa, el sistema agroforestal más importante de la Unión Europea en extensión con más de un millón de hectáreas, constituye en sí misma uno de los mejores ejemplos de equilibrio entre la actividad humana y el ecosistema mediterráneo. Sin dehesas, nuestro territorio está condenado a la colonización de grandes multinacionales, al monocultivo intensivo, a la pérdida de biodiversidad y patrimonio cultural, o simplemente al abandono.

Frente a este decaimiento progresivo de un ecosistema tan emblemático, nuestros gobiernos no están a la altura. Se apoyan poco o nada en el conocimiento tradicional de su manejo y no aportan una financiación acorde a los graves problemas que padece la dehesa, ni acorde con la necesidad urgente de atajarlos para mantener vivo un patrimonio natural, cultural y etnológico importantísimo para nuestra tierra. La financiación que destina el Plan Director de las Dehesas de Andalucía es insuficiente y además en su mayoría depende del Plan de Desarrollo 2014- 2020. Teniendo en cuenta que el Plan de las Dehesas no se ha aprobado hasta finales de octubre de 2017 y que aún no están aprobados los Planes de Gestión, no parece factible que se puedan ejecutar dichos fondos a tiempo.

Tampoco la nueva propuesta de Ley de Medidas frente al Cambio Climático de Andalucía establece financiación ni partida presupuestaria específica para la conservación y protección de la dehesa. Sólo el lobby cinegético parece tener fuerza en lo referente a la gestión de estos territorios de inestimable valor, fuente de cultura y biodiversidad para toda una generación, que ve cómo el entorno de su infancia se va apagando hasta quedarse en el más absoluto de los silencios, sin aves, sin biodiversidad, sin vida.

La intensificación del modelo ganadero es también un grave peligro para la dehesa. Estamos perdiendo el equilibrio entre ganadería extensiva del cerdo ibérico y la conservación de la naturaleza. La cabaña ibérica está aumentándose por encima de la capacidad que tiene el suelo para sustentar la llamada carga ganadera. Además de contribuir al decaimiento de las raíces del arbolado, el aumento de esta carga deteriora el suelo por sobrepastoreo y por exceso de deyecciones animales.

Pero además al intensificar la carga ganadera estamos renunciando a la calidad de los productos proporcionados por unos animales que tradicionalmente han estado al aire libre, alimentándose con productos naturales, cultivados en el mismo suelo donde han campeado y estamos contribuyendo a empeorar su protección y bienestar. Al contrario, el régimen intensivo de producción de carne sólo genera sufrimiento animal, problemas de salud para una población cada vez más resistente a los antibióticos suministrados a los animales, elevadas cargas e impactos ambientales derivados de los purines y del gran consumo de agua para los ecosistemas naturales, e impactos graves sobre el clima.

Frente a ello, es hora de invertir esta tendencia. Primero, es vital que desde las instituciones se apoyen las iniciativas locales. En particular, existe una generación joven y emprendedora de personas neorrurales que están regresando a nuestros pequeños pueblos y aldeas. Facilitar esta nueva repoblación del territorio, impulsar la experiencia de estas poblaciones rurales rejuvenecidas, fomentar sus actividades socio-económicas y visibilizar su relación con la naturaleza, son claves para revitalizar la tierra, sanarla y repoblar el campo.

Segundo, necesitamos transformar profundamente la Política Agraria Común (PAC). Ante la intensificación low cost del campo y que perjudica nuestra tierra, salud, el clima y el bienestar animal, necesitamos una gran transición justa y ecológica hacia un campo vivo y repoblado, y una alimentación sana, sostenible y respetuosa con los animales. Para ello, proponemos tres ejes:

  • Poner a los pequeños productores y explotaciones familiares y cooperativas en el centro de la reforma. Eso pasa por precios justos y una mejor redistribución de los fondos de la PAC hacia los que realmente lo necesitan y cuidan del campo, y producen alimentos ecológicos y de calidad, con menor dependencia de las grandes corporaciones. Todo con un enfoque transversal de género.
  • Convertir el clima, la biodiversidad y los animales en pilares de cualquier política de futuro. La agricultura tiene que ir de la mano de las dehesas, no en contra, respetar los acuerdos climáticos de París y el bienestar de los animales. Para ello es fundamental parar la proliferación de macrogranjas que convierten a España en el estercolero de Europa.
  • Poner el cambio de dieta como prioridad, apostando por recuperar y modernizar nuestra dieta mediterránea, es decir una dieta equilibrada y que privilegie las proteínas vegetales. Incentivemos social y económicamente el consumo de legumbres como propuesto por la FAO, llenemos nuestras ciudades de huertos urbanos y grupos de consumo, y fomentemos los comedores escolares ecológicos y de base vegetal.

Las dehesas que dan vida, sentido y futuro todavía son posibles. En Andalucía y Europa, luchemos por protegerlas y revitalizarlas. Queremos un campo vivo y sostenible.

Florent Marcellesi, eurodiputado de EQUO

Isabel Brito, coportavoz de EQUO Huelva

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