El ojo de la aguja

Turismo de casa

Nuestra ciudad y provincia deben ya de salir de ese aislamiento natural al que les somete su situación geográfica. Se tiene que abrir de puertas en par en par

Publicado: 25/06/2018 ·
10:58
· Actualizado: 25/06/2018 · 10:58
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Desde mucho tiempo a esta parte nuestra capital y provincia han disfrutado siempre de un turismo de casa. Turismo que nos lleva a aquellos años que no se nos olvidan del Balneario, de la Playa de la Gilda, el Club Náutico, la Fuente de las Naciones, la canoa de La Rábida, la Punta del Sebo, Punta Umbría, etc.

Se nos mostraban por aquellos florecientes años de la década de los sesenta las primeras pinceladas de lo que fue un turismo de andar por casa, esto en cuanto a la temporada estival, luego, en los preludios del otoño, siempre se contaba con el gran atractivo de la sierra: Grutas de las Maravillas, Peña de Arias Montaño, Cortegana, Alájar, etc. Fueron, como digo, en aquellos años, los primeros escarceos de este turismo que aludimos y en el que siempre jugó un papel importante el aislamiento que siempre ha sufrido esta provincia desde el plano comunicativo.

Sin ir más lejos, a Punta Umbría toda la vida de Dios se iba en canoa; para ir a Aljaraque o Corrales, que se hallan a una cuarta, ocurría lo mismo. Hoy afortunadamente este apartado de carreteras ha mejorado notablemente con la creación de los puentes. Verdaderamente es así, las carreteras han acercado un poco más la provincia a la capital, pero no lo suficiente, necesitamos una comunicación más real y eficiente en todos los órdenes para que no se cacaree tanto esa frase tan doliente para todo onubense: “A Huelva hay que descubrirla”.

Bien es verdad que a través del mar, y sobremanera, por la ingente labor que viene realizando el Puerto de Huelva, están llegando cruceros a nuestra capital, algo desde cualquier punto de vista impensable para la mayoría de los ciudadanos de esta tierra. Pero lo cierto es que queda mucha tarea por delante, aunque como dijo en uno de sus versos Juan Ramón: “Ve despacio, que el tiempo pase sobre ti como un buey manso”.

Soy un hombre pensante generacionalmente de futuro, y por ello acudo a ese refranero español nuestro, que aunque en muchos casos se contradiga, me digo: “A todo Santo le llega su día”.

Nuestra ciudad y provincia deben ya de salir de ese aislamiento natural al que les somete su situación geográfica. Se tiene que abrir de puertas en par en par y soslayar ese tópico tan doliente que nos achancan de “apáticos”. Entrar en verticales soluciones tanto políticas como empresariales y culturales. Es indudable que nuestro “turismo de casa” no habrá quien nos lo quite, por mucho que se esfuercen desde fuera, porque lo tenemos y lo vivimos, aunque les pese a otros, pero también hay que tener en cuenta que nuestras riquezas naturales desde todos los ámbitos -luz, sol, mar, sierra, campiña, etc.- no pueden permanecer en el más doloroso de los obscurantismos.

 

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