El Loco de la salina

Ya está aquí Frankestein

Pedro, ahora de verdad: ¿Tú crees que Frankestein puede llegar a algún sitio si el pobre mío está hecho a base de recortes y da penita verlo?

Publicado: 04/06/2018 ·
01:48
· Actualizado: 04/06/2018 · 01:48
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Señores, ya está aquí Frankestein. Ha sido visto y no visto. Por una puerta se ha ido Drácula directamente al ataúd y por la otra ha llegado Frankestein, el de los costurones mal cosidos y la tapa de los sesos casi levantada. Ya sabemos que lo mismo da enero que febrero, pero hay locos que preferirían sentir los dos colmillos clavarse en el cuello que ver venir al mecano dando tumbos de izquierda a derecha. Los locos no salimos de nuestro asombro, porque entre los de la caja B, los trozos de cadáveres, las costuras a toda carrera, las cicatrices chapuceras, una cosa y otra, esto huele que apesta. En nuestra infancia nos daban un montón de pánico los fantasmas y los vampiros, pero Frankestein partía la pana.

El fulano era totalmente impresentable, aunque ya conocemos sus extrañas cualidades. Se suele tambalear con pasos cansinos y con los brazos extendidos hacia delante, por lo que tú nunca vas a saber a ciencia cierta si lo que quiere es cogerte por los pelos o llevarte a rastras a hacer la declaración de la renta. En realidad no se le puede pedir más siendo como es un pitraco de desecho. Pero ¿por qué han sacado ahora a este escombro de su tumba y lo han traído del otro mundo a este que es más jodido si cabe?

Le hemos estado dando vueltas a la cosa en el manicomio y hemos comprobado que todo tiene su lógica. Todo encaja. Frankestein tiene dos pedazos de tornillos en el cuello, que pueden ser los que le faltan a Pedro en el coco para meterse en este lío y sobre todo para meternos a los demás. También viste de aquella manera, lleva una incipiente coleta pringosa en el cogote, va descamisado y con más sietes que la lejía; su parecido con Pablo, el del chalet, es demoledor.

Total, que es un puzzle complicado, con lo que su parecido con el dubitativo PNV es aterrador. Debemos tener en cuenta que, como buen producto de despiece, es separatista ya de por sí, con más costurones en la cara que los balones antiguos y con trozos de carne agregados de cualquier manera, así que lo que le pide su deficiente cuerpo es precisamente el parcheado permanente. Y Susana, en vez de soltar lo que piensa, va y dice que le parece estupendo que Frankestein coja el mando del cementerio en que esto se está convirtiendo.

Pues bien, los locos nos hacemos unas cuantas preguntas: Aquí ¿quién gobierna, si estos señores se pasan el día resucitando muertos? ¿Este es el que nos va a gobernar? ¿En serio? Ya he oído rezar a más de un loco: Virgencita, por favor, tú que velas por tus hijos desterrados en este mundo, déjanos como estábamos. 

Pedro, ahora de verdad: ¿Tú crees que Frankestein puede llegar a algún sitio si el pobre mío está hecho a base de recortes y da penita verlo? Nada más que hay que ver sus andares para darse cuenta de que hay muy poca conexión entre el cerebro, que será de uno, y las piernas, que sabe Dios de quiénes serán. 

En definitiva, Pedro, ¿tú crees que se puede aguantar que nosotros estemos aquí metidos y tú estés tan tranquilo en la calle? He quedado con tres colegas del manicomio que están más tocados que yo, y esta noche vamos a hacer una güija, porque, como nos hemos enterado de que ha habido una alianza con el diablo, vamos a preguntarle directamente a él en qué infierno vamos a vivir a partir de ahora. 

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