Ahora será para el verano cuando se anuncia que la barriada de José Antonio será derruida. Otra fecha más. Otra nueva. Anteriormente ya se comunicó que sería para finales de 2017 cuando se iba a demoler al menos un bloque, el tiempo y la realidad han vuelto a decir lo contrario.
Ahora se lanza una nueva fecha tras haber encontrado, al parecer, la fórmula de convertir en amasijos unos bloques que representa la derrota de la Administración, no solo en atajar el problema, sino en solucionar el legado siniestro que ha dejado.
Meses que se ganan al calendario ante un asunto que no encuentra la solución por la dilatación de años y años de degradación continuada. Declarar ahora como edificio ruinoso para su posterior expropiación y no antes, certifica el tiempo perdido y preciado para haber pasado página a una de las zonas más castigada por la droga, por la delincuencia, la conflictividad y a la infravivienda.
osé Antonio sirve de imagen iconográfica de la incomprensión ante un tiempo que pasa sin que sus muros no cierren una etapa negra.
El siguiente y último paso para concluir la intervención es la demolición de las 96 viviendas, que no se podrá concluir hasta el desalojo total de la barriada y una vez que la Consejería de Fomento y Vivienda se haya hecho con la titularidad de todas las viviendas. Hablan de agosto. El mes de las vacaciones.
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