El Loco de la salina

Que no hay manera

No se preocupe, la semana que viene es posible que se le olvide el móvil en casa y me pueda atender en condiciones.

Publicado: 23/04/2018 ·
19:18
· Actualizado: 23/04/2018 · 19:18
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Me han puesto en la Plaza del Rey, como todos los lunes, dentro de un carrito, y me están regalando a todo el que pasa. Hoy estoy contento, porque es el día del libro y en cierta manera es también mi día, porque los periódicos somos libros en pequeño. Ya ha abierto usted mi página. Espero que le guste lo que le traigo hoy. No vaya a pensar que le voy a marcar un ladrillazo sobre lo importante que es leer. Nada más lejos de mis intenciones. Además, no estoy muy seguro de que usted vaya a leer de corrido estas líneas, entre otras cosas porque estará más pendiente del móvil que de mí. Son los tiempos que corren. ¿Ve? Ya está sonando. Tranquilo, tranquilo, atiéndalo, yo espero. 

Está quedando bonita la obra del Ayuntamiento. Será por el contraste de colores que lleva la fachada. Otra vez está salpicando el camión que quita la cera de la semana santa. A que me mojan. ¿Ya terminó de hablar? Vale. 

Le decía que hay mucha gente que insiste mucho en eso de que la lectura es maravillosa y en lo importante que es leer. Yo no quiero que usted me incluya en el número de los pesados que están todo el día dando la lata con el tema. Otra vez está sonando. No se preocupe, atiéndalo, porque si no, no va a parar y no le va dejar leer lo que le estoy diciendo. Yo espero. 

Está la mañana soleada después de tantos días de viento y lluvia. Hemos tenido un mes horroroso y lo que nos queda. Después dicen que no hay cambio climático. Estas palmeras, cualquier día nos dan un disgusto. ¿Ya ha terminado? Seguimos. 

Le decía que todo el mundo insiste mucho en que la lectura nos hace más personas, más libres. Incluso se emplean frases graciosas para demostrarlo. Por ejemplo, decía Groucho Marx: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. Ah, que tiene que hacer usted una llamada. Llame, llame, yo espero, no faltaba más. Ya me imagino que se ha acordado ahora mismo de que tiene que llamar a alguien para algo. No se preocupe. Yo espero. 

Esta calle Real cada vez me gusta más. Hay que ver la cantidad de bancos que desaparecieron. Antes todo eran bancos. Los bares han vuelto a ocupar las aceras y eso le da a la calle un color muy diferente. ¿Ya terminó? Vale. 

Le comentaba que hasta Miguel de Cervantes emplea frases bonitas sobre la lectura. Decía: “El que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho”. Tampoco es conveniente leer demasiado para que no nos pase como al Quijote, al que, como decía don Miguel “se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro…”. Otra vez le está avisando el móvil. Será un wassap. Mírelo, no se preocupe. No hay cosa que ponga más de los nervios que no echar un vistazo a lo que alguien nos quiere decir. Atiéndalo y no se preocupe. Yo espero. Hay que ver la casualidad de que tres grandes escritores (Miguel de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega) murieran el mismo año, en 1516. ¿Qué pasa? ¿Ya me está cerrando la hoja? No había terminado de explicarle lo de la lectura. 

En fin, qué le vamos a hacer; no se preocupe, la semana que viene es posible que se le olvide el móvil en casa y me pueda atender en condiciones. Adiós, me han echado la cortina.

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