Memphis. Abril de 1968. Martin Luther King es asesinado. Este referente a nivel mundial nos ha dejado un legado ejemplar en el activismo de los derechos civiles, la lucha contra la segregación y la pobreza. A pesar de ser pacifista y un pastor espiritual, sufrió el hostigamiento, la persecución y fue considerado una persona non grata por considerarse sus pensamientos y manifestaciones como detonantes peligrosos que podían fracturar los principios ideológicos dominantes en EEUU. Una de las frases más célebres dentro de sus discursos es: “La cobardía pregunta: ¿es seguro? La conveniencia pregunta: ¿es políticamente aceptable? La vanidad pregunta: ¿es popular? Pero la conciencia pregunta: ¿es lo correcto? Y llega una hora en la que debes tomar una posición que no es segura, ni políticamente aceptable, ni popular, sino que debes adoptarla porque la conciencia te dice lo que es correcto”. Este lema vital, no hace falta ni parafrasearlo. Hay que vivirlo. El mundo está asfixiado por quienes su ego no tiene límites. La excesiva representatividad de un ‘puñado’, en donde se concentra la toma de decisiones, resta la transcendencia y está minando un contexto donde el humanismo y la cosmovisión se encuentran arrinconados. Esta minoría fáctica sólo entiende el mundo si utiliza como centro su propio ombligo. En una visión ‘global’ donde cada ser humano, cada ser vivo y todos los elementos son esenciales, por insustituibles, no tiene cabida un narcisismo que sólo entiende de autofotos. Luther King nos cuestiona. Nos plantea el hedonismo como un maquillaje que lesiona la dignidad y la integridad de las ‘mayorías’. La participación activa de la ciudadanía va a suponer un obstáculo firme para aquellos/as que sólo buscan su protagonismo individual. Tejer redes en torno a la resolución de las demandas colectivas supondrá un contexto más equilibrado. Una sociedad donde el concepto de ciudadanía sea vivenciado, sin distinciones. Las mujeres, a lo largo de la Historia, hemos experimentado en primera persona lo que ha sido la vulneración de nuestros derechos civiles, políticos, socioeconómicos y culturales. Aún continúa sacudiéndonos, la policromía de las discriminaciones (directa, encubierta, horizontal, vertical…), los acosos (por razón de sexo, sexual, virtual, laboral o mobbing…), la brecha salarial, la invisibilización en los espacios públicos y la sobrecarga de obligaciones en el ámbito privado. En 2018, aún somos población diana a la que se dirigen las diferentes tipologías de violencia (física, psicológica, sexual, económica, espiritual o simbólica), restando junto a otras situaciones nuestros derechos y libertades inherentes. Debemos trabajar conjuntamente por conocer desde la información y la formación la extensión de la igualdad legal, avanzando hacia la real y efectiva. No podemos defender aquello que desconocemos o lo que incluso otros ‘dan’ como una concesión. Reivindiquemos el papel de los feminismos, la perspectiva de género, las acciones positivas…Y que para variar, el PP se deje de excusas y cuentos…que cumplan y digan ‘amén’ a las propuestas autonómicas y a la financiación para hacer cumplir las normativas, los planes específicos y el Pacto de Estado contra la Violencia machista, porque es lo correcto, lo “justo y necesario”. Nos interesa tu opinión: Facebook Eutopía Formación.
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