La lista de la solicitud de ayuda a la dependencia la abandonan cien personas al día. Pero de este dato no podemos alegrarnos. Este descenso se produce por fallecimiento. Fallecen mientras esperan obtener la ayuda que han acreditado merecer. Entre tanto, el Gobierno que incrementó el presupuesto para 2017 deja sin ejecutar cuarenta y cuatro millones. Vamos que con esta situación tan lamentable, incrementa los presupuestos para después no gastar realmente lo que ha presupuestado, dejando en manos de las comunidades autónomas la responsabilidad de hacer frente a la cobertura de este derecho.
La ley de Dependencia tal como se aprobó por el gobierno de Zapatero, dejaba repartido el coste al cincuenta por ciento entre el gobierno central y los autonómicos. Los recortes han desequilibrado bastante la balanza, dieciocho por ciento para el gobierno y ochenta y dos para las autonomías. Situación que nos remite al comienzo, la forma más rápida de salir de la lista de espera es la defunción.
Pero también se han puesto otros remiendos, degenerando el principal fin de esta ley. Se olvidan de los grandes dependientes y hacen bajar la lista ofreciendo en vez de la prestación económica, otras ayudas.¿Toda la razón de ser de la ley de Dependencia no era atender a las personas que cuidan y que por ese motivo no pueden ejercer ningún otro trabajo? Pues es este grupo quien más difícil lo tiene para salir de la lista de espera.
Los demás, se van resignando. Aquí se dice mucho lo de: “quien hizo la ley, hizo la trampa”. En el caso de esta ley, le va como anillo al dedo. Es mejor aceptar la ayuda a domicilio que nada. Muchos mayores salen de la lista de esta forma. Pero esta atención no cubre las necesidades de la mayoría.
El Gobierno de Rajoy no sólo recorta en perjuicio de la población más vulnerable, además después no gasta lo poco que presupuesta. Lo mismo ha hecho con I+D+i, en 2017 sólo ha ejecutado un treinta por ciento de lo presupuestado. Será que andamos sobrados de investigación, desarrollo e innovación o que nos encontramos en una ficción presupuestaria. Además de recortados, los presupuestos sólo se ejecutan según en qué, en Defensa sí, en Comercio, Turismo y Pymes no. En Infraestructuras sí, en Industria y Energía no.
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