Al menos veinte personas murieron, entre ellas un guardia penitenciario, en un intento de fuga en masa frustrado hoy en una cárcel en la región metropolitana de Belén, la capital del estado amazónico de Pará, en el norte de Brasil, informaron fuentes oficiales.
El incidente ocurrió este martes en el Centro de Recuperación Penitenciario de Pará III cuando un grupo de hombres armados intentó invadir el centro carcelario para ayudar a una fuga masiva promovida por varios presos, según la Secretaría de Seguridad Pública de Pará.
Además del guardia, entre las víctimas figuran presos que pretendían fugarse y algunos de los hombres armados que atacaron el centro carcelario.
Otros cuatro agentes penitenciarios resultaron heridos en el enfrentamiento armado entre los guardias que defendían el presidio, los delincuentes que lo atacaron y algunos de los presos que intentaban huir y que estaban armados.
Según las autoridades regionales, los pistoleros que intentaron dar apoyo a la fuga utilizaron explosivos para derribar el muro de un patio en el que estaban los reclusos que organizaron la fuga.
Tras la explosión se produjo un intenso intercambio de disparos que terminó con la llegada de refuerzos policiales.
Las autoridades carcelarias se incautaron de dos fusiles, tres pistolas y dos revólveres que estaban junto a los cuerpos de los presos y de los pistoleros muertos.
El centro carcelario atacado es una de las unidades que forman parte del Complejo Penitenciario de Santa Izabel, uno de los municipios de la región metropolitana de Belén.
Esta unidad cuenta con 659 internos pese a tener una capacidad para 432, y, además del elevado hacinamiento, sus condiciones sanitarias son consideradas como deficientes por las organizaciones de defensa de derechos humanos.
Al final de la tarde la Secretaría de Seguridad Pública carecía informaciones de cuántos presos están entre las víctimas y si algunos consiguieron huir.
El intento de fuga se produjo un día después de que al menos doce personas fueran asesinadas a tiros en diferentes barrios de Belén, todas con señales de ejecución y al parecer en una venganza por la muerte de dos policías ocurrida pocas horas antes.
De las doce víctimas mortales, nueve tenían antecedentes policiales por diferentes delitos.
Las rebeliones de presos, las fugas, los asesinatos de reclusos y los enfrentamientos entre bandas rivales por el control de la venta de drogas en los centros carcelarios son recurrentes en las cárceles brasileñas.
El pasado jueves cinco presos murieron y otros nueve sufrieron quemaduras de diverso grado en un incendio provocado por desconocidos en un pabellón de la Penitenciaría Regional de Río Grande, municipio en el sureño estado de Río Grande do Sul.
Brasil, cuyo cuestionado sistema carcelario es objeto constante de críticas de organismos de derechos humanos y hasta de la ONU, vivió en enero del año pasado uno de los capítulos más trágicos de su historia carcelaria con sangrientas matanzas en prisiones de diferentes estados que dejaron más de 130 muertos.
La peor masacre tuvo lugar en el Complexo Penitenciário Anísio Jobim (Compaj), en la ciudad amazónica de Manaus, donde 56 presos murieron en una lucha entre facciones rivales, lo que mostró la gran influencia que tienen en el interior de las unidades y evidenció la inseguridad, el hacinamiento y las malas condiciones del sistema penitenciario.
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