Eu sou un apaxionado por Portugal. He vivido muy a fondo ese país vecino y siempre me entusiasma volver a él. Nací en Badajoz, y era habitual ir a Elvas constantemente de compras, de paseo o a comer en su magnífica Pousada. Incluso cruzábamos la entonces frontera de Caia a veces en bici por los caminos. Veraneé muchos años en la maravillosa playa de Nazaré, que ahora se ha hecho famosa por eso de la ola gigante, que era algo que antes no sabíamos que existía. He conocido bien otros lugares como Figueira, Caparica, Sesimbra, Troia o Portimao por pasar temporadas en ellos y desde luego las ciudades de Lisboa, Oporto y Coimbra y en general casi toda Portugal. Y por todo ello y la sublime elegancia personal y amabilidad de sus habitantes, me encuentro verdaderamente entusiasmado con el gran éxito con que han conseguido enderezar su economía y el rumbo del país.
Así, Portugal cerró 2017 con el mayor crecimiento del siglo, con un aumento del PIB del 2,7%, habiendo crecido las exportaciones un 10,1%, creando 161.000 empleos y con un descenso del desempleo de 8,1%. El turismo alcanzó más de 23 millones en los hoteles, creciendo un 8,9% en general. Y el déficit presupuestario cayó para un 0,9% del PIB.
Frente a la recesión en que estaba hace sólo unos años, su prestigio en materia económica ha subido de forma espectacular tras acabar con el procedimiento por déficit excesivo de la UE en junio de 2017. También cayó el stock de deuda pública, superando las previsiones más optimistas de los analistas. Además de la gran labor en la estabilización del sector bancario, ha sido muy importante el esfuerzo realizado para reequilibrar las finanzas públicas, con un satisfactorio grado de acuerdo entre los partidos sobre la gestión rigurosa de esos gastos y deudas públicas.
Es claro que Portugal ha dejado atrás la crisis, con 45 meses consecutivos creciendo la actividad económica y mejorando en casi todos los sectores. Y ello lo ha hecho con un esfuerzo y rigor dignos de alabanza y con políticos que además han sabido ocupar cargos de relieve en diversas instituciones supranacionales.
Por ello, sólo cabe alegrarse por ese esfuerzo y en lugar de mirar -como se hace en algunas ocasiones- con cierta superioridad a ese querido país, tomar nota de cuánto han hecho nuestros vecinos y aprender de ellos en cuanto podamos. Y desde luego felicitarlos no fondo do meu coração.
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