Los más pequeños siempre tienen un especial protagonismo en el desfile de cada año de Jesús Caído, el Jesús abatido, hambriento y sediento, que este Martes Santo cumplía diez estaciones de penitencia desde el traslado de la cofradía a la actual Iglesia Conventual de San Francisco, desde su antigua sede en el Parque.
Con la marcada y elegante sencillez que le caracteriza, la cofradía universitaria destacó en su recorrido, al que le acompañó un sol resplandeciente, por la novedosa bajada completa por calle Rosario en búsqueda de la Carrera Oficial, y por su paso por el interior de plaza de Mina, justo por delante del Museo, cerca ya de su recogida.
Un paso de Jesús Caído, dirigido por José Manuel Asencio y Mauricio García que, una vez completado en su fase de talla, otorga a su estación una mayor prestancia al contraste del barnizado de la madera. Para concluir una jornada de martes idílica, perfecto fue el acompañamiento musical de Virgen de la Oliva, de Vejer, tras el misterio, como el estreno de la Banda de Nuestra Señora Palomares de Trebujena, tras el procesionar que Juan José Muñoz dirigía a la imagen de María Santísima de los Desamparados.
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