Cádiz y sus calles se tiñen de blanco, el blanco común del peregrinar de Jesús Despojado y la Sagrada Cena, desde María Auxiliadora unos, desde la iglesia de Santo Domingo los otros.
Diez estaciones de penitencia cumplía la Hermandad del Despojado, desde su primera salida, allá por 2009. Y en fecha tan significativa, el paso de misterio, bajo la dirección de Joaquín Cortés y la Banda de cornetas y tambores del Cristo de la Sangre, de la Hermandad sevillana de San Benito, mostraba al público una de las más importantes novedades en materia de estreno de esta Semana Mayor: la talla trasera del canasto.
Ambas cofradías avanzaban casi en paralelo, una por Plocia y la otra por Sopranis, hasta darse el encuentro en San Juan de Dios.
Sin estrenos significativos, pero con la sobriedad y presencia que le caracteriza, procesionaba el misterio de la Santa Cena de Jesús con sus apóstoles, próximo ya a cumplir su primer medio siglo de vida recorriendo el centro de la ciudad. Bajo los sones, por primera vez, de la banda de cornetas y tambores de Jesús Nazareno Rescatado de Valdepeñas (Ciudad Real), la cuadrilla comandada por Eduardo Doeste y Vicente Llorens ofrecieron a miles de gaditanos la estampa de uno de los misterios más icónicos de la Semana Santa.
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