Más intensos que una plaga bíblica, vuelven a emerger cada cierto tiempo -sin faltar a su cita con la demagogia más insolidaria- los mensajes procedentes del nacionalismo catalán o del centralismo más ultraconservador que esgrimen poco menos que con sus recursos y su riqueza financian al resto de las comunidades pedigüeñas, subsidiadas y manirrotas. Es, sin duda, un clásico popular al que se agarran para alimentar su alocada deriva soberanista o sus arcaicos deseos recentralizadores, según de donde provenga el ataque. Por mucho que repitan que unas comunidades sustentan a otras, no tienen la razón. Sencillamente no es verdad porque no tributan los territorios sino las personas.
No caeré, por tanto, en la trampa de analizar las balanzas fiscales, manoseadas burdamente con intereses espurios, porque esos estudios obvian parámetros indispensables relacionados con el gasto, el consumo, o el mapa de la tributación fiscal en el que, por poner un ejemplo, recaudan íntegramente Cataluña y Madrid de las grandes compañías que, sin embargo, tienen la mayor parte de su negocio en el resto de España. En definitiva, les valemos para comprar sus productos y para pagar impuestos, pero no para ser una parte proporcional en el reparto de una financiación autonómica justa y equilibradora.
El último episodio obsceno lo ha firmado Josep Miró, un ex consejero catalán de los gobiernos de Pujol, al considerar que la economía andaluza“está dopada” mientras que el actual sistema de financiación “drena los motores económicos de España”. Ávido estuvo el consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, para desmontar con datos y argumentos que Andalucía no sólo no está dopada, sino todo lo contrario, claramente infrafinanciada.
Casualmente este nuevo ataque a nuestra solvencia productiva ha llegado justo al final de una semana en la que Andalucía se ha alzado al segundo puesto del ranking nacional de exportaciones y ha sido la primera comunidad en pedir su salida a los mercados financieros tras cumplir por tercer año consecutivo con el objetivo de déficit, además de tener una deuda por debajo de la media y ser de las primeras en el pago a proveedores.
Todos estos elementos ponen nerviosos a ciertos sectores catalanes y madrileños que, como espeta Arellano, “causan hartazgo en sus intentos de robarnos el presente y el futuro, como ya lo hicieron en el pasado”. Sin embargo, como apostilla certeramente, “la diferencia con tiempos anteriores es que ahora Andalucía puede”. Parafraseando al director de la Cadena SER, Antonio Hernández-Rodicio, “si no nos entienden, ya nos irán entendiendo por la cuenta que les trae”.
Posdata: Quedan 674 días para que finalice el injusto peaje de la AP4.
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