El taller está lleno. Todos ocupan sus asientos y se ponen a trabajar. El buen humor y el compañerismo inundan el ambiente. Martha (nombre ficticio) se afana por levantarse de su asiento para explicar lo que están preparando. Todavía hay restos de su acento irlandés. “Esto que ves aquí es para el Día de los Enamorados. Hacemos el envoltorio de los chocolates y encuadernamos libretas. Además, mira. Corre, ven. Estamos haciendo trapillo en forma de corazón”, cuenta, nerviosa. Hace partícipes a sus compañeros, que se levantan y acuden a enseñar los árboles de Navidad que hicieron con trapillo para vender en la tienda.
Pedro (nombre ficticio) recorre el pasillo abriendo todas las puertas para enseñar el trabajo de la psicóloga o la logopeda que trabajan en Fuensocial, Asociación de Padres de personas con discapacidad física, intelectual y/o sensorial.
Desde el 26 de febrero de 1982, fecha en la que Mercedes Campoy decidió iniciarse en esta aventura para ayudar a los más pequeños, Fuensocial es parte del tejido y la historia reciente de Fuengirola.
Historia
En los años 80, tan solo el Hospital Materno Infantil de la capital prestaba servicios a los niños con necesidades especiales. Para que las familias no tuviesen que desplazarse a Málaga y aguantar largas horas de autobús y coche, el Ayuntamiento y la concejalía de Asuntos Sociales ceden un pequeño piso con una Asistenta Social. Viéndose desbordados, el Consistorio cede un solar en la orilla del río, donde se empieza con un Taller Ocupacional (vivero) destinado a jóvenes a partir de 16 años y en él se construye una casa, que fue destruida poco a poco por encontrarse en una zona marginal, lo que les obligó a marcharse después de haber denunciado en un año 72 robos. A partir de ese momento, la suerte cambia para Fuensocial y se instalan en la plaza de los Naranjos.
El origen del centro y principal objetivo siempre ha sido el de atender a los más pequeños, es decir, se trata de un centro de Atención Temprana. Actualmente, esas instalaciones quedan reservadas para piscina para bebés, centro ocupacional, residencia de adultos, unidad de estancia diurna, formación profesional ocupacional, así como un centro de ocio y tiempo libre.
En 2008, Fuensocial consigue abrir otro centro a escasos metros del originario, en calle Blanca Paloma, 2. Es en este centro donde, en la actualidad, se prestan los servicios de diagnóstico y atención psicológica, intervención con la familia, estimulación cognigitva, logopedia y fisioterapia, hidroterapia, además de la reciente incorporación de la musicoterapia, en la que los niños aprenden con la música, lo que les facilita la comunicación, la expresión individual y favorece la socialización.
“Contamos con un centro de ocio y tiempo libre para adultos con discapacidad intelectual. Es un servicio muy importante porque cuando salen de los talleres, muchos de ellos no saben qué hacer y el problema es que suele ser un colectivo muy vulnerable que se presta a abusos, consumo de alcohol, etc. La idea es darles una alternativa o apoyo para que puedan tener un ocio como todas las personas”, cuenta Manuel Jesús Martínez, gerente de Fuensocial.
Esta novedosa e importante iniciativa sigue encontrado problemas en su recorrido. “Hemos llamado a todas las puertas de la Administración, pero no hemos obtenido respuesta para recibir financiación. A los chicos les encanta porque se divierten y hacen actividades, pero no encontramos el apoyo que hace falta”, explica.
Si algo han aprendido en Fuensocial es a no rendirse. Esa idea está fija en sus cabezas cuando hablan de sus dos principales escollos: la residencia de respiro para menores con discapacidad, con capacidad para 11 personas, y la vivienda tuleada, con espacio para siete personas. El primer espacio está terminado desde el año 2011. “¿El problema? No cuenta con el apoyo de la Junta de Andalucía porque alegan que no es un tema piroritario, a pesar de que se construyó a su petición”, argumenta Manuel. El objetivo de la residencia es dar un respiro a los familiares o el entorno de la persona afectada. “No olvidemos que una de las funciones de este tipo de centros es el de cuidar a los cuidadores. Lo que hace falta es la voluntad para que esto, que está totalmente listo, se ponga a funcionar”.
La vivienda tutelada, por su parte, está pensada para chicos que se van haciendo mayores, son trabajadores, pero necesitan una pequeña supervisión. “Es muy beneficioso porque vivirían todos juntos”.
Fuensocial se ha caído en muchos charcos, pero siempre es capaz de limpiarse el barro y volver a correr con mucha más fuerza.
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