Expositor

Hielos y escalofríos

Bajan las temperaturas hasta dejarnos helados, petrificados. Culpa in vigilando. ¿Por qué se relajan los protocolos de vigilancia de las aulas durante...

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Bajan las temperaturas hasta dejarnos helados, petrificados. Culpa in vigilando. ¿Por qué se relajan los protocolos de vigilancia de las aulas durante los recreos? ¿Una criatura de apenas 9 años, repetidas veces, en manos de sus verdugos, en la media hora de recreo? La noticia del niño violado en un colegio de la sierra de Cazorla retrata a los medios. ¿Qué fue de los principios éticos? ¿Quién reveló, temeraria y despreocupadamente, el nombre de la localidad? ¿Qué desalmado osó lanzar la caravana de cabezas calientes hacia la intimidad herida/desprotegida del damnificado? ¿Por qué la consejera Sonia Gaya, siguiendo la estela amarillista de las unidades móviles de televisión, fue al pueblo de autos apenas a balbucear sobre un hecho del que acababa de saber, como el resto, solo a partir de la denuncia de Radio Úbeda en la SER? ¿A qué despreciable mente periodística, rezagada y sin escrúpulos, se le puede ocurrir titular que la motivación de la atrocidad sufrida era la supuesta confesión religiosa de la pequeña víctima? ¿Qué fue de los límites deontológicos en la asquerosa competencia de los mass media? Escalofrío. Malditos y repugnantes minutos de gloria.

De Deán Mazas al Pósito, a cuatro pasos ascendientes, obras en expectativa que se anteponen en las mesas de Urbanismo y Alcaldía en el súper-año preelectoral. La peatonalización es un grado, un mantra, un precepto de fe dúctil y maleable, y no vamos a estar permanentemente hablando del tranvía, de su retomada y ansiada puesta en marcha ni del inexplicable canguelo generado por el “Informe de Fiscalización del desarrollo, mantenimiento y gestión del Tranvía de Jaén” del Tribunal de Cuentas entre la vieja guardia psoísta que gobernaba en tiempos de Carmen Puri, Manolo López, Fernández Palomino y Colmenero, entre otros, aunque no toda aquella pléyade de munícipes gobernantes estuvieran, por entonces, como estaban los citados, al cabo de lo que acaeció administrativamente en el contexto desquiciante de aquella trapisonda desarrollada en el marco de una angustiosa ruina de la hacienda municipal, gracias al impulso proactivo de una Junta dispuesta a prestar y adelantar lo que hiciera falta con tal de poner el bicho en funcionamiento. Escalofrío. De aquellas prisas preelectorales a estas objeciones desempolvadas que el demoyismo rancio pretendía convertir en otro lodazal en el que volviera a atascarse la activación del tranvía.

En el ya mítico viaje-relámpago del alcalde Javier Márquez a Sevilla, reunión definitiva en sede parlamentaria, voces autorizadas del gobierno andaluz –no solo Felipe López sino también Jiménez Barrios e incluso María Jesús Montero- dejaron el pacto tan cerrado que ni siquiera el actual concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, mano derecha de Cuqui, así las cosas, se atrevía luego a sembrar sombras de sospecha con respecto a la responsabilidad contable por alcance (por ausencia de justificación) en la gestión 2009-2011 de sus antecesores en la dichosa tramitación de los convenios previos a la ultimación del sistema tranviario de Jaén. Responsabilidad contable, no; irregularidades, en todo caso. Por lo pronto, Bonilla presenta alegaciones a las diligencias preliminares abiertas en la sección de enjuiciamiento del Tribunal de Cuentas. Vivo interés, asimismo, de los ex gobernantes socialistas afectados, por si cupiera derivación política que les salpicara. El acuerdo o pacto de Sevilla, todo hace indicar, pues, tiene visos de solidez, so pena que José Enrique se empeñe de nuevo en hacerlo añicos por un ataque mal disimulado de cuernos.

La nominación del alcaldable capitalino del PSOE, como acostumbra, amenaza con convertirse en folletín. Se ve venir. Lo normal es que lidere la lista el flamante secretario local, Julio Millán, delicadamente protegido por su mentor, Paco Reyes, hasta la verdadera hora de su consagración al sacrificio. ¿No sería mejor que encabezara una mujer? ¿Una reputada profesional, veterana militante, o la única concejal del grupo municipal que se salvaría de la quema? La operación Valdivielso, o la cohabitación del más difícil todavía, tampoco puede aún descartarse, por más que los estrategas de Millán consideren que se trata de la opción más remota. De no satisfacer al jefe Reyes la propuesta de mascarón de proa –otro candidato por delante, preferiblemente mujer- que proteja al máximo responsable de la agrupación municipal del riesgo de un batacazo personal, el susodicho no tendría más remedio que poner su cara en la cartelería electoral. Da la impresión de que a Julio Millán se le pasó ya la edad de la inocencia y del engorde de laboratorio. Es ahora, porque ya no se entendería posponerlo cuatro años más, bisbisean algunos dirigentes locales, o nunca. Escalofrío.

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