Nada provocaría más satisfacción en esta ciudad, en esta redacción, que después de hoy, lo único que se publicara, lo único de lo que oyera hablar la sociedad jienense fueran los distintos pasos (pocos, esperemos) que habrían de darse para ver el tranvía circulando por las calles de Jaén. Siete años son muchos para que una infraestructura de este calado, que vertebra ya, y lo hará aún más, toda la ciudad esté en dique seco, convertida en el aparcamiento más caro de la historia de este país. En estos años los jienenses hemos tenido que soportar un verdadero viacrucis, primero, con las obras, luego con la resolución judicial que paró el periodo de pruebas; más tarde con el bloqueo absoluto sin puertas abiertas a la negociación del anterior alcalde Fernández de Moya, a pesar de tener una oferta sobre la mesa de Ferrocarriles de Cataluña, y en los últimos meses un acercamiento de posturas sensato entre Ayuntamiento y Junta, con la entrada en juego de la Diputación, que saltó por los aires la semana pasada y que sólo la presión social y mediática, inédita en otros tiempos, y la interlocución interesada de Cs, parece haber vuelto a encarrilar el futuro del tranvía. Que no se rompa este acuerdo de mínimos y que Jaén pueda subir de una vez su tranvía.
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