Irónico, impertinente y con esa seriedad que encierra la gracia eterna, y en este contexto que nos mueve, un don envidiable. Su evolución no es tan importante como su innata creatividad. Su osadía implica riesgos, sus carencias son virtudes y sus cualidades no entienden de normas, tiempo y control, donde la espontaneidad prima en el “descontrol de su propio orden”. Aún activo, Diego Ortiz Betanzos sigue al frente de una de las chirigotas más esperadas de la capital onubense, criticada y admirada por muchos, y en ambos aspectos, siempre con matices. Hoy, nuestro autor irreverente, con el que comenzamos este nuevo apartado, responderá a las cinco preguntas de rigor a través de WhatsApp. Debo decir que no me lo ha puesto nada fácil. Quienes lo conocen saben que no es hombre de muchas palabras y suele ser directo y sin adornos, a veces tan conciso que se pierde en lo concreto. Le he tenido que tirar de la pluma, y él, como siempre, ha pasado de mí.
¿Qué llevas contigo de años anteriores?
–La misma poca vergüenza, quizás algo menos, pues la edad no perdona, y/o/u la premura por salir.
¿Qué haces en tu vida cotidiana cuando acaba febrero?
–Lo que no hago en febrero: viajar, escuchar carnaval, leer y trabajar para viajar, escuchar carnaval, leer, etc.
Según tu criterio, ¿cuál es el objetivo de una chirigota?
–Disfrutar y hacer reír, y en ese orden. Que transmita, que se cree una simbiosis entre el público y el grupo, que haga al espectador tan partícipe que esté deseando volverla a escuchar. Que el respetable se sienta activo y parte de todo lo que acontece. Que la chirigota logre darle amplitud al escenario más allá del foso.
¿En qué comparsa te hubiese gustado salir?
–Sin duda en ‘El tío del saco’, ‘De calle’ o ‘Cara a cara’. Cualquiera de esta gran trilogía.
Una crítica constructiva.
–Publicitar e informar de nuestro carnaval. Invertir mucho en publicidad, en información acerca de nuestra fiesta. Hay que romper con la mala imagen que se pueda tener de nosotros. Dar a conocer todo cuanto vivimos y como lo vivimos, desde el inicio al final. Huelva tiene que empacharse.
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