Durante sesenta y tres años se mantuvo en el trono la reina Victoria I (1837 - 1901). Y no fue fácil la regencia de la monarca británica. Las epidemias de cólera y tifus, los graves problemas económicos, las revueltas sociales… convirtieron estas seis décadas en un periodo convulso y complejo.
El inicial puritanismo imperante exacerbó la rigidez y los prejuicios, lo cual afectó en mayor medida al ámbito femenino. El papel dominante del hombre relegaba a la mujer a escenarios privados, a labores domésticas y al cuidado de los hijos. Sin embargo, a medida que fue avanzando el reinado, se consiguieron algunos derechos relevantes, como el reconocimiento del divorcio o la posibilidad de custodia materna de los hijos tras la separación.
Los avances industriales, científicos, culturales… también fueron notorios y la literatura alcanzó altísimas cotas gracias a un puñado de excelentes escritores: Brian Stroker, Robert Louis Stevenson, Oscar Wilde, Lewis Carroll, Charles Dickens…; y, también, de muy notables autoras.
De las más renombradas y, de otras, menos conocidas, se alimenta “Damas oscuras” (Impedimenta. Madrid, 2017), un atractivo volumen que acaba de ver la luz bajo el subtítulo de “Cuentos de fantasmas de escritoras victorianas eminentes”.
En su nota previa, los editores advierten de que “a lo largo del siglo XIX, los médiums, los intentos de comunicarse con diversos seres de ultratumbra y demás creencias espiritistas ocuparon un lugar predominante en la cultura victoriana y, como no podía ser de otra manera, las historias de fantasmas cosecharon un gran éxito entre todo tipo de lectores”.
Sobre estos mimbres, se asienta un libro que resulta una sugerente y deliciosa muestra de cómo la mujer reclamó su espacio y su relevancia mediante estos ejercicios de escritura fantasmal. Buena parte de los relatos se vertebra a través de personajes masculinos, los cuales se sienten desorientados, incapaces, cobardes, trémulos…, frente a cuanto les acontece. Su falta de resolución ante los problemas, su escasa fe en sí mismos, los convierte en frágiles y vulnerables, muy alejados de su habitual condición autoritaria e insolidaria.
Como es propio en estos cuentos, hay una serie de arquetipos en los que se incide en estas páginas: los habitáculos encantados, los espíritus necesitados de protección y consuelo, la muerte que ronda muy de cerca a los protagonistas, sus turbulentos antepasados, el carácter sobrenatural de algunos episodios…
Todo ello, ayuda al preciso y sólido desarrollo de unas historias donde “las escritoras convierten a los fantasmas en mecanismo de empoderamiento, restableciendo la justicia que tanto se hizo esperar”.
La compilación abarcaveinte relatospertenecientes a Charlotte Brontë, Elizabeth Gaskell, Dinah Mulock, Catherine Crowe, Mary Elizabeth Braddon, Rosa Mulholland, Amelia B. Edwards, Rhoda Broughton, Mrs. Henry Wood, Vernon Lee, Charlotte Ridell, Margaret Oliphant, Lanoe Falconer, Louisa Baldwin, Violet Hunt, Mary Cholmondeley, Ella D´Arcy, Gertrude Atherton, Willa Cather y Mary E. Wilkins.
Las esmeradas traducciones al castellano han corrido a cargo de Alicia Fryeiro, Olalla García, Sara Lekanda, Magadalena Palmer y Consuelo Rubio.
Al cabo, una muy recomendable lectura para este período navideño, que además se acompaña de una “criaturita fantasmal”, que cada lector o lectora podrá construir a modo de antiguo y tenebroso recortable.
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