Un nuevo contratiempo ha obligado a los organizadores de la celebración del Año Murillo a cambiar el paso en vísperas del arranque oficial de los actos con motivo del cuarto centenario del nacimiento del pintor sevillano.
La inauguración, mañana martes, de la exposición “Murillo y los Capuchinos de Sevilla” en el Museo de Bellas Artes es un apaño de última hora para poder aprovechar el montaje realizado para ser instalado en el convento sevillano. Cuando en julio se presentó un avance de las actividades que se estaban organizando con motivo del Año Murillo, en un acto en el que participaron, entre otros, el alcalde, Juan Espadas, y el comisario del Año Murillo, Enrique Valdivieso, el Convento de los Capuchinos figuraba como una de las sedes principales de la celebración.
Se había alcanzado un acuerdo con la orden franciscana que lo habita, ya que muchos de los cuadros pintados por el artista en Sevilla habían sido concebidos para colgar de sus retablos. Pero el relevo del superior de la orden en Sevilla ha dado al traste con el proyecto.
El nuevo superior de los Capuchinos en Sevilla, Eduardo Rodríguez, ha decidido desmarcarse del Año Murillo, y la primera consecuencia ha sido que el montaje diseñado para el convento con las reproducciones de las obras pintadas por Murillo para ese lugar, no podrá exhibirse donde se había pensado, sino en el Museo de Bellas Artes.
La obra central del retablo de los Capuchinos es el cuadro El jubileo de la Porciúncula, que el Museo de Bellas Artes ha restaurado tras un acuerdo con el Museo Wallraf-Richartz de Colonia, propietario de la obra, que permitirá que el cuadro permanezca en Sevilla diez años.
En el Museo, por tanto, se exhibirán a la vez el original del cuadro, que representa el momento en que Dios, que se aparece como la Santísima Trinidad, le ordena a San Francisco restaurar su Iglesia, y la reproducción realizada para el Convento de los Capuchinos.
En julio se anunció que en el Convento de los Capuchinos se expondrían con motivo del Año Murillo una quincena de obras pintadas en su día para este espacio concreto. Además de El jubileo de la Porciúncula, que hace referencia a la aldea italiana en la que surgió la orden franciscana, se iban a exhibir reproducciones de cuadros tan conocidos del pintor sevillano como San Félix Cantalicio con el Niño, La Inmaculada Concepción con el Padre Eterno o La Virgen de la servilleta.
En la programación de los actos con motivo del Año Murillo el Convento de los Capuchinos, con el que tanta relación tuvo el pintor, ha desaparecido por completo. La estructura que soporta el montaje del retablo que Murillo pintó para los Capuchinos, ha tenido un coste de varios miles de euros, porque ha habido que fabricar la estructura y tambiñen ha sido necesario reproducir los cuadros.
Fuentes de la organización del Año Murillo apuntan que, más allá del coste, el problema es el sinsentido de construir una estructura para sostener las obras en el lugar y con la intención para los que fueron pintadas y no poder exhibirlas en ese lugar.
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