Publicaciones del Sur y El Corte Inglés han retomado el ciclo Catas con Gusto bajo el mismo empeño de promocionar los vinos más exquisitos de la provincia de Cádiz y, en este caso, potenciar las posibilidades de su maridaje. Para muestra, la fusión de dos mundos completamente opuestos, el de los jereces de Bodegas Díez Mérito y el de la cocina asiática representada por el Restaurante MauMau que corona el edificio de El Corte Inglés de Cádiz.
La Bodega Díez Mérito fue fundada en Jerez en 1876 por los hermanos Díez y Pérez de Muñoz, aunque en la pasada década de los ochenta pasó a manos del empresario riojano Marcos Eguizabal. Así, hasta que hace apenas año y medio, la familia Espinosa, de Jerez, adquirió las bodegas para volver a dotar a la compañía de entidad propia, incorporando viñedos y bodegas de sobria presencia, como la de Bertemati.
Por su parte, MauMau es un “bistroriental” especializado en comida japonesa, que no se limita al sushi, ya que ofrece numerosas propuestas de cocina fusión unida a los sabores de la tierra. Su chef, Mauricio Navascués, inició su trayectoria -y la compagina- en Gadisushi, un pequeño puesto del rincón gastronómico del Mercado central de Cádiz donde se ha convertido en un referente de la cocina japonesa en la provincia, como lo es también MauMau.
Ambos mundos, el del vino de Jerez y el de la cocina japonesa, opuestos en lo geográfico, y más allá, pusieron, no obstante, de manifiesto la perfecta armonía que resulta de su cominación a través de un menú maridado, tal y como se encargó de subrayar durante la cata por el sumiller y enocomunicador Fran León, encargado de desvelar las virtudes de los vinos seleccionados para la cena y de invitar a los asistentes a realizar una escalada por los sabores de la fusión propuesta.
En este sentido, y pese a la recalcada alusión a “dos mundos opuestos”, León recordó que los vinos de Jerez siempre “fueron viajeros, para que pudieran ser disfrutados en el mundo”, y sin son los “más internacionales” no se debe solo a que supieron llegar y triunfar en tantos países, sino por su “armonía” con cualquier tipo de cocina; en este caso, la asiática.
Los vinos elegidos para la cena maridada pertenecían a la gama Bertola, cuya crianza se remonta a las antiguas bodegas de Bertola, fundadas en el año 1919, y todos ellos con 12 años de vejez. “Díez Mérito estuvo durmiendo durante muchos años, esperando a volver a Jerez, a la tierra, al sur, al poniente y al levante; y afortunadamente una familia de viticultores hizo el gran esfuerzo personal de recuperar la bodega para Jerez, porque nadie defiende la tierra mejor que nosotros mismos, y eso es lo que necesitamos para mantener viva esta revolución en el mercado del Sherry”, subrayó León.
El sumiller sevillano fue desgranando las virtudes de cada uno de los vinos que se fueron sirviendo para acompañar cada uno de los platos propuestos por Mauricio Navascués -“con su toque gaditano, para potenciar los sabores”-, empezando por el Amontillado y pasando por el Palo Cortado y el Oloroso hasta llegar al Pedro Ximénez, inevitable en el colofón del postre por su suavidad para emprender el descenso tras alcanzar las cotas de una excelente fusión enograstronómica.
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