La Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) dio este lunes un baño de cruda realidad a los políticos y organismos públicos que celebran desde hace meses que crisis y recesión sean ya vocablos del pasado. Los grandes indicadores macroeconómicos quizás lo ratifiquen, pero bajando a ras de suelo las tasas de pobreza colocan aún a Andalucía como la segunda región más deprimida de España y de toda la UE, sólo por detrás de Canarias y en paralelo a comarcas de Rumanía. Los datos presentados ayer son demoledores: aunque la comunidad haya logrado recortar un punto y medio su desventaja, el 41,7% de la población vive aún en serio riesgo de caer en la pobreza o las garras de la exclusión social. La media nacional, más relajada, está a 13,8 puntos de distancia. El final de la crisis no se traduce así en mejoría.
EAPN puso especial énfasis en recordar que elabora sus informes cruzando estadísticas oficiales y las del indicador europeo Arope, que analiza si los integrantes de una unidad familiar pueden permitirse el lujo de tomar vacaciones, la fortaleza para afrontar la factura eléctrica o si el frigorífico aloja con asiduidad carne y pescado. Es la forma de replicar a las administraciones que se sienten aludidas por la ineficacia de sus políticas y suelen menospreciar sus documentos. En Andalucía, por ejemplo, la red contra la pobreza ha detectado que un gigantesco 78% de los ciudadanos llega “con dificultades” a final de mes y que una de cada cuatro, en torno al 25%, apura la hoja el calendario con “muchas dificultades”.
No hay un único motivo que justifique la debilidad de los hogares españoles, pero por lógica el más contundente es el de los bajos salarios. En la comunidad abundan según las estadísticas de EAPN las nóminas que apenas suman 8.000 euros anuales. Ese listón tan escaso es el que define a un hogar como pobre, pero todo puede empeorar: los hay de pobreza severa y extrema, aquéllos en los que sus integrantes sólo ven entrar por las puertas apenas 4.000 euros cada año. Para compensar ese desnivel y alcanzar al menos el promedio nacional cada hogar de la comunidad debería conseguir “un suplemento” adicional de al menos 2.551 euros. Eso le permitiría pasar de los 8.398 euros a los 10.700 nacionales.
Las consecuencias de ese lastre ilustran otras estadísticas paralelas: algo más de 160.000 personas emigran cada año de Andalucía en busca de nuevas oportunidades, bien sea al resto de España o hacia otras países de la UE. Esa pobreza endémica golpea también a los más jóvenes: el 33% de los menores de 16 años está en riesgo de exclusión social. En los últimos nueve años han caído en ese pozo casi un millón de personas en toda la comunidad.
Todo en contra
El presidente de EAPN en Andalucía, Manuel Sánchez Montero, y su vicepresidenta, Manuela García, alertaron de que el pregonado final de la crisis y la recuperación económica no han contribuido a erradicar la pobreza. “Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres”, denunciaron. Y hay ramificaciones de todo tipo, desde un incremento de las ejecuciones hipotecarias hasta los problemas para controlar el alto índice de fracaso escolar.
Las dilaciones administrativas tampoco ayudan. Este mismo lunes se conoció que el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, ha exigido a la Junta de Andalucía que resuelva “con la máxima urgencia” la convocatoria de las ayudas al alquiler pendientes aún del ejercicio de 2016, de la que están pendientes 13.798 familias andaluzas.
Cuando trabajar no garantiza nada
Hasta hace poco ser pobre, en el sentido estricto del término, se vinculaba a la falta de ingresos. Ahora eso ya no tiene por qué ser determinante. El informe de EAPN alerta de que los salarios han sufrido tal depreciación en Andalucía y en el resto de España en los últimos años que trabajar no libra a nadie de caer en la pobreza. “Está ya al alcance de cualquiera. Caer en la pobreza es muy fácil y salir es muy difícil... y caro”.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es