"La posición está perdida". Un miembro de las brigadas del Cabildo de Gran Canaria termina así el vídeo que acaba de enviar a sus superiores desde la Cruz de Tejeda que en pocas se hace viral: uno de los emblemas de la isla es pasto de las llamas, que ya cercan el Parador Nacional.
Esas imágenes recogen uno de los momentos más angustiosos del incendio, que en esos momentos casi cabalgaba empujado por el viento (arrasó 1.000 hectáreas en apenas tres horas) y hace temer por el futuro de las viviendas y los negocios situados en la cumbre de Gran Canaria, paso obligado de los numerosos turistas que cada día ascienden allí para contemplar el Roque Nublo desde sus pinares.
Y con ellas, temblaron el resto de los desalojados, porque ese vídeo les mostró la voracidad de las llamas que cercaban sus casas en varios municipios de la isla, en un perímetro de 20 kilómetros.
Los que allí estaban esa tarde de miércoles tuvieron que salir casi con tanta urgencia como miedo. Lo relata Manuel Ortega, el caballero que desde hace años ameniza a los turistas que visitan la cumbre con sus burritas, ofreciéndoles hacerse una foto con ellas.
"¡A correr!", dice que les gritaron los equipos de emergencias. Manuel cogió a la más vieja de sus dos burras, ayudó a una vecina y salió como pudo de la Cruz. "Las llamas pasaban por los techos".
El hombre llegó "asfixiadito" por el humo a su casa, pensando en qué fue de su otra pollina, la más joven, y sin querer imaginarse siquiera lo que podía encontrarse al día siguiente en la cumbre.
La decisión del Cabildo de Gran Canaria de levantar el cierre de las carreteras que conducen a la cumbre, una vez que el fuego ha sido puesto bajo control, ha permitido contemplar el resultado: árboles quemados, conejos carbonizados que no pudieron huir del bosque, postes de teléfono tronzados, que cuelgan literalmente de los cables, un coche reducido a esqueleto por llamas que lo derritieron en parte, dejando un rastro de metales fundidos en el suelo...
Y todo ello, en medio de un bosque donde hoy todo huele a carbón y de una intensa niebla convierte todo en más fantasmagórico.
Sin embargo, también se percibe esperanza: el Parador sigue en pie sin daños significativos, y las casas y negocios por los que hace 24 horas se apostaba bien poco al ver el infierno que se les venía encima están casi intactas. El fuego solo pasó junto a ellas.
Y la esperanza la pone la niebla, una densa nube que durante todo el día ha envuelto la cumbre de Gran Canaria, humedeciendo el terreno, rebajando más de diez grados las temperaturas que había la víspera y descargando chubascos esporádicos, que se han convertido en el mejor aliado de las brigadas forestales.
Si ayer el viento convirtió el fuego en un enemigo imparable, con llamas de 25 metros que llevaron al Cabildo de Gran Canaria a augurar que podía arrasar "varias miles de hectáreas", hoy el brusco cambio de tiempo ha ayudado a contener su avance. Incluso, ha permitido darse la vuelta a los hidroaviones enviados desde la Península para reforzar el dispositivo ya desplegado en la isla.
Las carreteras de la cumbre seguían asistiendo esta tarde a un trasiego continuo de camiones de bomberos, pero al menos en el entorno de Tejeda la estampa era diferente a la de ayer: hoy descendían la montaña, sin sirenas, a repostar, a descansar.
En la Cruz de Tejeda han respirado esta tarde. Incluso los habituales pollos que picotean por la zona, hoy lo siguen haciendo rebuscando entre el suelo quemado, con las plumas chamuscadas algunos de ellos. ¿Y la burrita de Manuel? También apareció. Alguien soltó las cuerdas que la amarraban, y ella sola se puso a salvo.
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