La escritora catalana Cristina Fernández Cubas, considerada una maestra del relato, género con el que ha cautivado a una inmensa corte de lectores fieles, ha reunido más de veinticinco años de escritura en Todos los cuentos, un volumen con todos sus relatos además de uno inédito, El faro, homenaje a Alan Poe.
Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945) empeñada en descubrir los misterios de la vida cotidiana, las apariciones que alteran el aparente orden diario o la cara más real de los sueños, siempre ha sido una escritora independiente y la ido bien con ello, pues desde que en 1980 publicase Mi hermana Elba no ha parado de cosechar el éxito y el respeto de la crítica y publicó.
Así, ahora, la editorial que apostó por ella desde el principio Tusquest, ha reunido veinte relatos procedentes de cinco libros: Mi hermana Elba, Los altillos de Brumal (1983), El ángulo del horror (1990), Con Agatha en Estambul (1994) y Parientes pobres del diablo (2006).
“Habitar espacios a los que no se ha tenido acceso, rescatar ambientes, y, sobre todo, viajar hacia infinitos lugares, algo que sólo te permite la literatura, ha sido siempre mi intención”, explica a Efe Fernández Cubas.
Este deseo que ha alimentado tanto los relatos como las novelas de esta escritora, recorren este volumen, en el que no sólo queda patente la coherencia de una carrera literaria sino todo el recorrido sentimental de la autora, unida desde 1970 al escritor, ya fallecido, Carlos Trías, y miembro de aquella generación de escritores y editores catalanes, acuñados a orillas del mediterráneo, con ansias de libertad y de comerse el mundo conocidos como La gauche divina.
“Estoy muy contenta con el libro, pero tengo un sabor agridulce, porque al repasarlo también veo a las personas que han pasado por mi vida, las que están y las que no están”, precisa Fernández Cubas, que dedica el volumen a Carlos Trías, quien mandó su primer manuscrito a Beatriz de Maura, directora de Tusquets.
La cita de Pascal que abre el libro: “la suprema adquisición de la razón consiste en reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan”, resume “a la perfección, sin más”, en opinión de la autora, todo el espíritu de su escritura, que es un canto a la imaginación, y del libro.
“Esta idea de Pascal ejemplifica la situación fronteriza en la que me encuentro, entre lo conocido y lo no conocido, y lo dice Pascal, que es un hombre de ciencia. Me gusta lo cotidiano, lo misterioso, el lugar donde no llega el ojo; el misterio de la vida”, argumenta.
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