Es uno de los bailaores con mayor proyección internacional, que durante 16 años ha hecho carrera fuera de su tierra, recorriendo con el flamenco escenarios de todo el mundo, y que desde hace tres años siembra en su ciudad, con una academia de baile en la que forma y sigue aprendiendo.
Antonio Chica de la Torre (Jaén, 1978) es Antonio El Tabanco. ‘Te mueves más que un tabanco’ le dijo el cantaor linarense Agustín Navarro. Le gustó y se convirtió en su nombre artístico. Profesional desde 1998, comenzó a bailar con siete años. Lo primero que aprendió fue las sevillanas y decidió que su vida era el baile.
Se matriculó en el Conservatorio de Danza Española de Córdoba y en Sevilla tomó clases con los mejores maestros. Desde la capital hispalense desarrolló su carrera profesional, dando el salto internacional como solista a Polonia y la República Checa. Después llegaron escenarios de Venezuela, Panamá, Costa Rica e incluso Japón. Y así durante 16 años de baile, tablaos flamencos y espectáculos propios. El primero lo estrenó en Venezuela, en 2009: ‘Alma de luz, corazón jondo’, y ya son cinco los espectáculos propios que ha montado.
Su palo es la soleá, un baile de tierra. “Le bailo a mi arte. Siento el flamenco desde la raíz”, afirma. En el escenario baila con el alma, desde las entrañas. Su maestro, Alejandro Granados, le dijo una vez que la base del flamenco es aprender la técnica para luego olvidarla. Y así lo hace cada vez que baila, siendo el mejor en cada espectáculo, desnudándose como bailaor, consiguiendo emocionar con su arte.
Bailando se muestra como un lobo solitario aullándole a la luna. Así es en un pase privado para cinco personas y en espectáculos donde le aplauden miles de espectadores. “Me dejo la piel y el alma cuando estoy en el escenario”, confiesa.
Aunque montar una academia de baile no era su plan A, hace tres años que forma a alumnos de todas las edades, en la calle Martínez Molina. Su especialidad eran los cursos internacionales y las master class, pero de forma fortuita se le presentó la ocasión de abrirla, y este año comienza el tercer curso. Además, su academia es la primera sede en Jaén de la Escuela de Flamenco de Andalucía, que certifica la formación en flamenco. “La formación me enganchó y sé más de flamenco ahora que lo enseño que cuando aprendía”, dice, reconociendo que se decidió porque “Jaén necesita formación en flamenco”, ya que “el flamenquito ha hecho mucho daño”.
Y Jaén también necesita un tablao. Es la única capital andaluza sin tablao flamenco. “Un tablao es la universidad de un bailaor, donde se hacen las prácticas y el máster en flamenco”, reconoce.
Siempre tiene un pie en su academia, donde cuenta con alumnos con “mucha proyección”, y con el otro pisa escenarios de todo el mundo. Este fin de semana ha estado en Italia y ya prepara su vuelta a Noruega.
En sus espectáculos ha fusionado el flamenco con estilos musicales como el jazz y la música latina, y no descarta la música africana.
Reconoce que queda “una gran labor con el flamenco”, un arte con una “capacidad económica desconocida”, del que se puede vivir. “La única manera de que el flamenco no se pierda es cultivándolo desde abajo y llevándolo a las aulas”, dice un bailaor que trabaja para que en Jaén haya afición y una cuna flamenca.
En el próximo Festival de Otoño de Jaén actuará con el espectáculo ‘Andaluces de Miguel’, un montaje en creación que está dedicado al poeta. Será el 2 de noviembre. “Mostraremos la parte más personal de Miguel Hernández y pretendemos que se le entienda a través del flamenco”, afirma.
El 16 de noviembre es el Día del Flamenco y Antonio El Tabanco regalará a la ciudad el I Festival Internacional Flamenco, hasta el día 19, con el fin de que “el flamenco se expanda por la ciudad”. Será un festival “para Jaén y los jienenses”, con actividades para implicar “a todos”, confirma. Se celebrarán máster class en la academia de baile y espectáculos en escenarios como el Centro Cultural Baños Árabes, el teatro Infanta Leonor o el salón Mudéjar, entre otros. “Vendrán bailaores de otros países. La intención es que el festival sea un referente en la provincia y que, una vez al año, Jaén celebre una semana flamenca”, termina.
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