Comienza el curso escolar y hoy ponemos el foco de esta reflexión en un pilar fundamental de la educación: el profesorado. Colectivo que se mueve hace ya tiempo entre el desconcierto y el desánimo, en un marco donde ellos ponen un gran esfuerzo y hacen una contribución, la mayor parte de las veces ni valorada ni impulsada desde donde corresponde ponerla en valor, la institución educativa.
Hablar del profesorado es hablar de la calidad de la educación, es hablar de toda la comunidad educativa porque, sin duda, son los docentes los que convierten en tangible la abstracta tarea de educar. Las dificultades en cualquier actividad, y en la docente en especial, se asumen con mayor energía cuando se valora la tarea que se realiza. Y aunque 9 de cada 10 personas dirían que la educativa es fundamental para la sociedad, los diferentes gobiernos siempre han dejado atrás la educación y han realizado sucesivas leyes que solo han servido para marear a la comunidad educativa, empeorar las tasas de fracaso escolar, e intentar imponer su ideología. A pesar de ello, en legislaturas pasadas hubo intentos más o menos serios de cerrar las disputas ideológicas que impedían llegar a acuerdos sólidos sobre la implementación de un sistema educativo estable y asumido por los representantes políticos al completo, de manera que no hubiera cambios y bandazos continuos. Con Ángel Gabilondo de Ministro de Educación casi se logra, pero en el último empujón del debate se malogró la posibilidad de llegar a un acuerdo…. Y de esos barros, estos lodos, a los que se han sumado los recortes de los últimos años, que han tocado gravemente a lo público y que estamos pagando con un peor servicio educativo.
La educación debe de tener un plan serio y bien estructurado donde se tengan claros los objetivos buscados, los conseguidos y los que aún faltan por conseguir. Hacer la tarea educativa continua, también en la práctica. Levantar un andamiaje sólido del sistema educativo para que podamos crear en nuestro alumnado un proceso constructivista que los anime a seguir aprendiendo y que les deje en su interior valores como la cooperación, el esfuerzo, y los cuidados. Valores imprescindibles para la vida en sociedad y acabar con los graves problemas que tiene hoy en día, como la violencia machista o el cambio climático. ¿Parece fácil, verdad? Dotar a la comunidad educativa de recursos económicos importantes para vivir mejor a medio plazo. Pues es algo que los responsables de la política educativa no parecen tener claro a día de hoy: carecen de objetivos claros en este sistema educativo que da bandazos y en lo único que sigue insistiendo es en recortar una y otra vez los recursos económicos y humanos.
Hay que acabar con el modelo de escuela intelectualista y homogeneizador, centrado en los contenidos académicos, que aboca a muchos alumnos al fracaso escolar. Y eso implica, además de inversión económica, más formación y motivación de los docentes para que puedan asumir el reto de incluir la diversidad de las personas en su día a día y educar a las personas en el respeto mutuo para solventar los problemas más acuciantes en nuestra vida.
Hay que acabar de eliminar el desconcierto de la comunidad educativa y poner de una vez los cimientos de un sistema educativo que sirva para enfrentar una situación muy distinta, y cambiante, en esta sociedad, partiendo de un análisis en profundidad de los procesos de cambio social que condicionan el éxito de los cambios educativos; lo que hemos tenido hasta ahora ha sido improvisación.
Hay muchos profesores entusiastas que consiguen hacer de sus centros lugares donde, codo con codo con su alumnado, trabajan duro, con confianza, y donde unas y otros crecen como personas. No hay fórmulas mágicas, sus contextos son difíciles, cada vez más, por el deterioro conseguido por los recortes. Y a pesar de ello con gran esfuerzo consiguen que sus escuelas mejoren, que los contextos y procesos de aprendizaje mejoren. Vaya para ellos pues un reconocimiento que no siempre se les da.
Todos estos cambios que pedimos, que son necesarios en la educación de hoy en día, no se pueden soportar sin una adecuada dotación presupuestaria, que no debería bajar nunca del 5% del total, cifra en la que hay un amplio consenso social. Aunque si lográramos elevar al 7% de los presupuestos la inversión en educación realmente podríamos conseguir que Andalucía fuera un espejo donde todas las comunidades autónomas se mirasen. Tenemos los mimbres: una comunidad educativa preocupada por el futuro de las generaciones venideras; nos faltan gobiernos que sepan estar a la altura.
Carmen Molina y Francisco Sánchez Molina
Coportavoces de EQUO Andalucía
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