La temperatura ambiental aumenta en el ecuador de la legislatura municipal. En pleno mes de julio el calor no ahuyenta ni un ápice la actualidad portuense en cuanto a política se refiere. Más bien todo lo contrario.
La polaridad a la que viene sumida y que va tomando terreno con el paso de los meses; la actualidad se ha visto reflejada y mostrada de manera clara y radical con motivo de la celebración del debate de la ciudad celebrado semanas atrás. Sus efectos aún siguen coleando.
Posturas encontradas y una crispación que va en aumento. Demasiada y mala compañera de viaje para todo lo que la ciudad está aún por aventurar de aquí a los próximos meses.
Realidades que confrontan ante un ecuador que deberá hallar sin remisión acuerdos, que aunque sean puntuales, con el objetivo de conseguir soliviantar un horizonte que se presume complejo a dos años todavía para que concluya la legislatura local. Y tanto. El balance de estos dos años de Gobierno local da para mucho.
Para un bipartito que aleja cómo puede el negativismo que se acrecienta y que toma terreno y una oposición que aprieta y que arrincona en cada oportunidad que se presenta y que aprovecha la desventaja con el escenario adverso que encuentra el que se posiciona en el poder.
En ese caldo y con esas circunstancias se celebró en el último tramo de junio un debate intenso y tenso.
El enquistamiento y las posturas están más que nunca abiertas en dos bandos bien marcados y con una desigualdad manifiesta, como lo es los dieciséis concejales con los que cuenta la oposición y los nueve que suma el Gobierno.
Esas diferencias se acrecientan y se escenifican ya fuera del propio Ayuntamiento con la intención de interponer, incluso, una denuncia, la primera, que alargará la mala sintonía que impera.
Durante la celebración del citado debate anual y con la presencia de los trabajadores de la limpieza dentro del propio Pleno, los ánimos dieron lugar para que las posturas encontraran adeptos de uno y otro bando.
El Partido Popular llegó incluso, en boca de su secretario General, Isidoro Seco, a acusar de “acoso” el sufrido por los concejales populares en el acalorado e histérico debate de la ciudad.
En paralelo al balance particular que cada formación realizó a su entender en la gestión municipal, entre el público no faltaron los apoyos incondicionales, todo ello “bajo la batuta de Enrique Peña que alentaba a chillar o a callar dependiendo que portavoz tomara la palabra”, llegó a apuntar Seco.
Enrique Peña, ‘asesor’ personal del alcalde (sin cargo oficial ni sueldo asignado) y séptimo en la lista con la que concurrió el PSOE a las pasadas elecciones municipales, y que valoró no tomar el acta dejada tras la dimisión de Silvia Valera el pasado mes de diciembre. Su puesto finalmente fue aceptado por Ana María Arias, la que leprecedía en la lista.
En el caldeado ambiente y el cruce de agravios, al parecer, y según ha trascendido, Peña amenazó a Damián Bornes, concejal del PP, que ya recopila información con la intención de presentar posteriormente una denuncia en los juzgados de la ciudad.
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