A diferencia de lo que ocurrió el año pasado no está previsto que estos próximos días aparezca la lluvia, esa que entonces nos dejó alguna que otra tarde en casa. De modo que esto va a ser largo. No hemos llegado aún al muro de esta maratón que se llama Feria del Caballo y ya empiezan a fallar las fuerzas después de un fin de semana intenso que tuvo su epílogo en la jornada de ayer, lunes festivo con ciertos aires de resaca y quizá mejor ambiente en el Real del que cabía esperar teniendo en cuenta el calor y las hojas que deben caer todavía del calendario hasta que definitivamente se apague el alumbrado, en la madrugada de este próximo domingo.
Como cabía esperar, el inicio de la Feria ha sido arrollador, si bien es cierto que la cosa fue a menos conforme avanzaron las horas y los días. Y tal y como suele ser habitual en estos casos, cada cual cuenta las cosas en base a sus propios intereses. Unos caseteros aseguran estar vendiendo más que el año pasado y otros que no tanto. Nada nuevo bajo los farolillos y las decenas de miles de bombillas led dispuestas a lo largo y ancho de los paseos del González Hontoria. Lo único novedoso de la Feria de unos años a esta parte es la influencia que alcanzan determinados comentarios en las redes sociales. Como si de una mala gripe se tratase, poco después de que se encendiera el alumbrado se hizo viral un comentario a propósito del estoconazo del que había sido víctima el cliente de una caseta. Las puñaladas en la Feria son tan viejas como la propia Feria. Lo nuevo es que todo el mundo hable de un caso particular en paralelo y en tiempo real.
Lo dejó escrito José María Pemán y nunca está de más recordarlo: “Negocio y poesía: ¡Feria de Jerez! ¡Rumbo y elegancia de esta raza vieja que gasta diez duros en vino y almejas vendiendo una cosa que no vale tres!”. Claro que entonces no existían las redes sociales... Jerez presume de que cualquiera puede acceder a las doscientas casetas que dan forma a la Feria, y es verdad... Las casetas están abiertas a cualquiera que pueda pagar...
Y por estas redes circulan comentarios que se sustancian en una realidad incuestionable -el rejón de castigo de las croquetas y los serranitos- y otros que no pasan de ser meros bulos o, como mucho, deformaciones y exageraciones de esa difusa realidad en la que terminan convirtiéndose las noches del González Hontoria. En la madrugada de ayer lunes corrieron como la pólvora unas fotografías en las que se apreciaba un notable despliegue de efectivos del Cuerpo Nacional de Policía en uno de los paseos principales. A partir de ahí, cada cual era absolutamente libre de imaginar lo que quisiera: tiros, navajazos, heridos, muertos... La cosa, en realidad, no había pasado de un puñetazo, uno más a sumar a la historia de la Feria, con la diferencia de que había foto del despliegue policial y de que esa foto llegó a miles de personas en apenas unos minutos.
Parece que eso de que la orina tenga color rosado tras la ingesta de algodón dulce tampoco es una cosa nueva. Eso es al menos lo que argumentó ayer el Servicio Andaluz de Salud (SAS) para tratar de responder a la inquietud de muchos jerezanos tras recibir un mensaje de voz en el que se podía oir el presunto relato de una madre que había llevado a su hijo a urgencias temiendo por una infección. Según el SAS, el origen del color de la orina puede deberse a la posibilidad de que se haya utilizado colorante de origen natural y extraído de la remolacha. Luego se puede seguir comiendo algodón dulce, que no pasa nada.
A la Feria le sobran comentarios y fotos virales y le falta sustancia. Le falta, sin ir más lejos, que se trate con el debido respeto al paseo de caballos, de capa caída en estos últimos años y mostrando pocos síntomas de recuperación. Sobre al albero abundan los enganches de alquiler, pero faltan caballos y caballistas que hagan honor a la tradición ecuestre de la ciudad. En estos primeros días se han llegado a ver cosas absolutamente inadmisibles. Ayer, sin ir más lejos, una turista se paseaba a caballo por los paseos principales con un atuendo similar al que podría lucir en una ruta ecuestre por las playas de Mazagón. Que estas cosas ocurran en la Feria de Jerez no menoscaban únicamente la imagen de la fiesta, sino que desaniman a los verdaderos aficionados a la hora de pasear a caballo por el González Hontoria.
Poco antes de las siete de la tarde, el paseo principal asiste a la diaria procesión de enganches y caballistas que abandonan el Real. Coincide la procesión de salida con la otra -la de llegada de los grupos de jóvenes cargados de bolsas de hielo, refrescos y alcohol barato- que busca por la zona más noble del González Hontoria el acceso al nuevo botellódromo de los jardines de El Bosque. El albero asiste entonces a un extraño e inédito maridaje de formas y costumbres, una combinación en la que vale y se acepta casi todo.
El primer tramo de la Feria ya es historia. Más allá de comentarios virales en las redes -con base real o sin ella-, todo ha funcionado en base al guión original. Ahora queda saber si en estos próximos días se mantendrá el nivel o no, después de que el año pasado la lluvia disimulara un tramo final de semana más tranquilo de lo que había sido habitual. De momento, los jerezanos han caído en las redes del González Hontoria casi como si no hubiera un mañana, y sí que lo hay.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es