El embrollo sobre los implantes mamarios presidenciales comenzó el 29 de junio con una nota enviada a la prensa, en la que se ensalzaba el “ejemplo de responsabilidad social” ofrecido por Arroyo al aislarse de motu propio en un lujoso hospital de la capital tras una gira por el extranjero.
El palacio de Malacañang publicitó su decisión como una medida de lucha contra la nueva enfermedad, que ya ha afectado a un millar de personas en el archipiélago y provocado una víctima mortal.
“La cuarentena es una tapadera. La presidenta necesitaba reparar una rotura en los implantes de silicona mamarios que se hizo en los años ochenta”, se publicaba ayer en un periódico del país.
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