El Grupo Municipal Socialista hace un balance negativo de la seguridad en la ciudad durante los días de Semana Santa. Tal como ya advertimos, la presencia policial solo estaba garantizada por boca del alcalde pero la realidad ha sido muy diferente a como Franco la pintó y se parece mucho más a los temores expresados por los socialistas a raíz de las manifestaciones de los propios policías a través de su sindicato.
La escasez de efectivos ha sido alarmante algunos días, precisamente los más importantes de la semana, como el Viernes Santo, cuando solo hubo un policía en la calle. Llamar a esto seguridad es reírse de los ciudadanos porque nadie recuerda que nunca haya habido una situación tan desastrosa en cuanto a presencia policial.
Y esta falta de eficacia por parte del Equipo de Gobierno en la vigilancia y control de nuestras calles, viviendas y comercios no es gratuita. Suele pagarse cara y la pagan precisamente los ciudadanos y no los gobernantes. En este caso hemos recibido las quejas, no solo de particulares, sino también de comerciantes y hosteleros que se han visto abandonados a su suerte cuando han reclamado la presencia policial y les han respondido que no tenían agentes. Han sido diez los robos en comercios y establecimientos según los datos que obran en nuestro poder, aunque no nos extrañaría que hayan sido más, pese a que no tengamos constancia de ello.
Estos robos y asaltos han ido acompañados, esta Semana Santa, de los actos de vandalismo a los que tristemente nos hemos tenido que acostumbrar desde hace un par de años, y que han incluido ataques a mobiliario urbano o marquesinas de cafeterías así como a otros inocentes objetivos de nuestra ciudad que tienen que soportar, día tras día, la desidia e inoperancia de nuestro escurridizo concejal de seguridad y de nuestro eufórico alcalde, que se apresura a hacer valoraciones positivas de todo, pese a que una y otra vez queda cuestionado por los acontecimientos.
Los socialistas creemos que el concejal de seguridad debería disculparse y luego dimitir, no vamos a notar ninguna diferencia cuando no esté. Y el alcalde debería someterse a una cura de humildad y cambiar sus gafas de realidad virtual por unas progresivas para observar con mayor claridad lo que pasa en nuestras calles y plazas.
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