Durante la pasada reunión en Sevilla de la Red de Ciudades por la Bicicleta, el alcalde de Sevilla Juan Espadas anunció el objetivo de alcanzar los 100.000 desplazamientos diarios en bicicleta en nuestra ciudad. ¿Es un objetivo alcanzable, en el marco de la candidatura de Sevilla a Capital Verde Europea en 2019, o un “brindis al sol” como tantos otros?
Sevilla alcanzó los 70.000 desplazamientos diarios en bicicleta en 2011 partiendo casi de cero. Además, la ciudad dispone de una potente red de vías ciclistas que llega a casi todos los barrios y es considerada como un referente a escala mundial. Por otro lado, según los sucesivos Barómetros de Sevilla, más de un tercio de los sevillanos usan la red de vías ciclistas con alguna asiduidad. El punto de partida es pues suficiente, mucho más que lo fue el punto de partida en 2006, cuando el gobierno de coalición PSOE-IU inició la aventura de implantar la bicicleta en Sevilla.
Por otro lado, el creciente consenso social acerca de la necesidad de encontrar alternativas a problemas como el agotamiento del petróleo, el cambio climático o los problemas de salud pública asociados a la vida sedentaria: obesidad, enfermedades cardiacas, etc., hace que cada vez nos cuestionemos más el modelo de movilidad urbana que padecemos. La crisis de este modelo, que también es económica, obliga a buscar alternativas sostenibles desde todos los puntos de vista, entre las que una adecuada combinación de los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público aparece como la alternativa más atractiva desde cualquier punto de vista: salud, economía, medio ambiente...
La integración de la bicicleta en la movilidad urbana como un elemento esencial de la misma y no como un mero añadido cosmético es parte de esa nueva movilidad urbana que necesitamos. Ello implica ir mas allá de las vías ciclistas, aunque sin descuidar su mantenimiento, extensión y mejora, para entrar en terrenos como las políticas de calmado tráfico que discriminen positivamente a la bicicleta en las calles sin vías ciclistas. También implica abordar el problema del aparcamiento seguro de las bicicletas en origen y destino: comunidades de vecinos, empresas, centros educativos, centros comerciales, etc. Así como las políticas de intermodalidad entre la bicicleta y el transporte colectivo que, en una ciudad compacta como Sevilla, pasan sobre todo por la provisión de aparcamientos seguros de bicicletas en las principales estaciones y paradas de éste, así como por la oferta de sistemas de préstamo de bicicletas combinados con el transporte colectivo.
Sevilla cuenta ya con experiencias puntuales en dichos sentidos que han probado sobradamente su eficacia. El sistema de aparcamientos para estudiantes, profesores y PAS que la Universidad de Sevilla lleva desarrollando desde hace ya años, le ha permitido alcanzar niveles de uso de la bicicleta desconocidos en otros ámbitos, alcanzando o incluso superando ya en numerosas facultades el objetivo del 15%.
El sistema de bicicletas públicas Sevici solo necesita, para integrarse definitivamente en el sistema de transporte colectivo de la ciudad, una tarjeta de uso combinado como las que ya existen en otras ciudades. La experiencia, más que positiva, del servicio Bus+Bici de la estación de autobuses metropolitana de Plaza de Armas, podría replicarse a mayor escala sin dificultad en el intercambiador de San Bernardo y en otros nodos de transporte de la ciudad. Cada vez son más las comunidades de vecinos que instalan aparcabicis interiores en sus patios y lugares comunes. Basta con mirar a nuestro alrededor para encontrar experiencias que funcionan y que serían fácilmente replicables por toda la ciudad.
No estamos pues, necesariamente, ante un “brindis al sol”. Todo dependerá de la voluntad política del Ayuntamiento y su alcalde.
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