Como suele ser habitual cada año, una vez que acaba la Semana Santa las autoridades harán un balance sobre cómo han funcionado durante las fiestas los servicios públicos. Uno de los servicios que más impacto tiene en la vida cotidiana de las personas es la limpieza de la ciudad. Nos dirán el número de toneladas de basura que se han recogido en las calles, y el porcentaje de aumento respecto al año anterior, como si fuera bueno generar mucha basura. Más al contrario, nos debemos plantear la cantidad de recursos (naturales, humanos y económicos) que implica generar, recoger y tratar tal cantidad de basura, y a lo que se podrían destinar dichos recursos en el caso de que tales desperdicios no se generaran.
Pero voy a centrarme en el lamentable estado de suciedad en el que quedan las calles una vez que la multitud de personas que la han ocupado se dispersa, y antes de que llegue el dispositivo especial de limpieza previsto por Lipasam (detrás del paso de palio de la cofradía). Se pueden ver en el suelo botellas, latas de refrescos, bolsas de patatas, cáscaras de pipas, etc, las pocas papeleras disponibles en los alrededores llenas a rebosar, los rincones y los contenedores de basura convertidos en urinarios públicos al aire libre. Lo peor de esta falta de civismo y de educación es que no ocurre solamente en estas situaciones excepcionales. Durante el resto del año es normal ver en el suelo multitud de colillas de cigarros, papeles y bolsas acumuladas en los bordillos entre los coches aparcados, encontrarse en un callejón con la apestosa realidad de los orines, sin olvidar los excrementos de perros.
Para cambiar esta situación no hay que gastarse más dinero en limpiar las calles (95 millones de euros nos gastaremos en 2017), sino en gastar recursos para concienciar a las sevillanas y los sevillanos de todas las edades en que hay que cuidar la ciudad. Y una ciudad a la que llegan millones de turistas al año debería tener entre sus prioridades dar una imagen de limpieza, civismo y educación. ¿Por qué no nos fijamos en la estrategia que puso en marcha Oviedo para convertirse desde el año 2011 en la ciudad más limpia de España, y en el año 2016 de Europa?
La labor de Lipasam en la recogida de basura y en la limpieza del viario es loable. Además ha realizado durante esta pasada semana (al igual que en años anteriores) una campaña en redes sociales para intentar hacer ver que no ensuciar es cuidar la ciudad. Poco éxito tendrá si esta campaña no continúa el resto del año, por ejemplo, en colegios e institutos para hacer ver a los más pequeños que igual que en casa se tiran las cosas en la basura, en la casa de todos (la ciudad) no se tiran las cosas al suelo. Tengamos en cuenta que una ciudad más limpia es una ciudad más sana, mejor conservada y en la que resulta más agradable vivir día a día.
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