Tras el negro nubarrón de las tribunas, que permanecerá toda la Semana Santa instalado en Bernabé Soriano, nadie hubo de mirar al cielo, al horizonte en el inicio de la Semana Santa de Jaén en la plaza de la Virgen de la Paz. Un sol radiante anunciaba el inicio de Pasión jienense, cuando tres golpes secos bastaron para silenciar la abarrotada plaza. Tres golpes que despertaron los sentidos a un nuevo Domingo de Ramos a una nueva ‘Llamá’, a una antigua tradición: “¡Quién va!” “La Hermandad en corporación”. La imagen titular de ‘Jesús entrando en Jerusalén’, del prestigioso imaginero Antonio J. Dubé, irrumpió en la Semana Santa de Jaén con gesto sobrio y enjuto, con el que Nuestro Padre Jesús de la Salud desdibujó la penumbra del interior de la Parroquia de Nuestra Señora de Belén y San Roque.
Con las notas del Himno de España y las de la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús Despojado” de Jaén, el Domingo de Ramos nació con renovada vocación en la capital en una abarrotada plaza.
El esfuerzo de los costaleros para salvar la altura de la puerta fue recompensado con la ovación de los cientos de fieles que se agolpaban en la plaza, donde no cabía un alfiler. Poco después de las once de la mañana el repique de campanas acompañó a la Banda de Música de Nuestra Señora de la Amargura-Sociedad Filarmónica, mientras Jesús y sus discípulos encaraban la Cuesta de la Virgen, y las túnicas, capas y caperuces blancos, con fajín azul, anunciaban la llegada del Mesías.
María Santísima de la Paz aparecía en la puerta del templo, donde, nuevamente los costaleros, de rodillas, convirtieron en arte la salida de la imagen, también de Dubé, bajo palio. Tras los aplausos y vítores y en una perfecta comunión con los sones cofrades de la banda, María Santísima siguió la estela de su Hijo, ajena aún al dolor por venir.
En procesión
Ya en la calle, la comitiva recorrió la avenida de Madrid, Virgen de la Capilla y la calle Rastro hasta su paso triunfal por la tribuna. Miles de jienenses recibían a ‘La Borriquilla’ con sus palmas y ramas de olivo y las mecían al paso de los nazarenos. La tradición volvía a repetirse un año más y las Hermanitas de los Pobres recibieron las palmas ofrecidas testimonialmente por Nuestro Padre Jesús de la Salud, María Santísima de la Paz y los apóstoles San Pedro, San Juan y Santiago, en Roldán y Marín.
Un domingo de Ramos más, las calles de Jaén estaban llenas y ávidas de una Semana Santa completa, sin lluvia, como se espera según las previsiones. Cuatro horas y media después, la procesión, tras su triunfal recorrido, volvía a la Parroquia de Nuestra Señora de Belén y San Roque tras despertar, una año más, los sentidos de los jienenses a la Semana Santa con el olor a incienso, el vivo color de túnicas y trajes, el arrullo de las marchas y el recuerdo intangible de la pasión y muerte de Jesús, que durante siete intensos días, dejará luto, recogimiento, fe, pasión y esperanza.
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