Quedarse sin agua durante cinco días pese a pagar el recibo de la comunidad religiosamente cada mes también ocurre en pleno siglo XXI. Detrás de esta situación que desespera a cualquiera, como relata uno de los afectados, también está la insolidaridad de parte de los vecinos de un bloque de pisos de La Cartuja, el número 10 de la calle Fraternidad, por la deuda acumulada desde hace años primero con Ajemsa y luego con Aqualia. Lo que más indigna a este propietario, tal y como explica a este periódico, es que los 70 euros mensuales que incluyen los gastos de agua, pues tienen un contador colectivo, ascensor y luz de las zonas comunes, no se abonan “porque no quieren, no porque no pueden, y entonces el que está al corriente se tiene que fastidiar y pagamos justos por pecadores”.
Según relata, el problema viene de años atrás, más de diez, y está saltando por los aires en las últimas semanas después de que Aquajerez, la concesionaria del servicio, haya pasado del ultimátum a la suspensión del suministro por la abultada deuda que arrastra esta comunidad de 40 propietarios.
“Hemos estado casi una semana buscándonos la vida. Que en el siglo en el que estamos tengamos que estar sin poder fregar, sin lavar la ropa, recurriendo a la familia, rellenando garrafas de agua como antiguamente es muy fuerte. Menos mal que hoy nos han abierto el grifo”. El de este vecino que prefiere preservar su intimidad es el testimonio de la desesperación tan solo horas después de que la normalidad volviera a su casa tras hacer frente la comunidad al pago de un recibo atrasado de 2.800 euros.
El problema, tal y como asegura, es que la semana anterior también estuvieron varios días en la misma situación, y sospecha que van a seguir en esa dinámica hasta que no se pongan al día, lo cual ve bastante lejano atendiendo a la actitud de una buena parte de los residentes. “No es que estén en paro, y no pueden pagarlo, es que les da igual las circulares en las que se avisa de que se va a denunciar a los vecinos por morosos”, un extremo que hasta ahora no se ha dado y que cree que habría que replantearse, al igual que la ejecución de una obra para cambiar los contadores colectivos a individuales, y que cada familia pague lo que gasta de agua en su casa, lo cual ve inviable. “Es una obra costosa, pero acabaría con los problemas, pero si no quieren pagar la comunidad, y no porque estén en el paro, ¿cómo van a estar de acuerdo con este cambio si les da igual?. Pero es que así no se puede, el agua es un bien necesario y al final vamos a pasar de un problema de suministro d e agua a uno de salud pública, y estamos hablando de familias con niños pequeños”, lamenta tras haber recurrido al Ayuntamiento sin éxito para buscar una solución.
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