Un grupo de seis o siete taxistas, según testigos, bloquearon y golpearon el miércoles un autobús del Servicio Especial al Aeropuerto de Tussam que rendía parada en Santa Justa al grito de “nos robáis el pan”, increparon a su conductor y provocaron el miedo de los pasajeros, habitualmente turistas, que así se habrán llevado a sus países una pésima imagen de Sevilla.
Dado que no había ningún vehículo de alquiler de pasajeros (VTC), ni siquiera de la empresa Cabify que usa una “app” para captar clientes, el ataque contra el autobús demuestra que el monopolio de los taxistas considera su enemigo incluso el servicio público que presta Tusam.
Esta intolerable situación tercermundista no se produce en ninguna gran capital europea a las que Sevilla quiere equipararse, donde en sus aeropuertos conviven pacíficamente hasta varias líneas de autobuses y monorraíl, tranvía, metro o cualquier opción ferroviaria. Es obvio que los taxistas del monopolio pretenden acaparar en exclusiva el jugoso negocio del transporte entre San Pablo y la ciudad, que supera con creces los 32 millones de euros.
En Santa Justa intervino la Policía Nacional. No hubo noticia de la Unidad Especial de la Policía Local del Ayuntamiento, cuyo delegado de Seguridad no sabemos si seguirá manteniendo que no hay conflicto del taxi ahora que la víctima del monopolio es el propio autobús especial de la empresa municipal.
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