Acento andaluz

Obispo machista y homófobo

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, debería comenzar a pedir perdón por atentar contra el honor y la dignidad de muchas personas

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, debería comenzar a pedir perdón por atentar contra el honor y la dignidad de muchas personas. Tendría que disculparse, especialmente, con los homosexuales y con las mujeres sobre todo después de esmerarse cada día con mayor acidez en proyectar la imagen de lo que es: un prelado fanática y peligrosamente machista y homófobo. Fiel a su estilo hiriente y ofensivo, ha vuelto a emplear sus cartas pastorales para difundir comentarios escandalosos sobre la homosexualidad, la ideología de género, los derechos de la mujer y los avances genéticos.

En lugar de predicar la palabra de Dios, en su última pastoral rechaza el derecho de la mujer a decidir sobre el aborto: “No puede ejercerse cuando está en juego una vida. La decisión presionada por intereses egoístas no respeta la vida y elimina al que estorba”. La interrupción voluntaria del embarazo y otras cuestiones sensibles sobre las que intenta adoctrinar Fernández precisan de pedagogía y sosiego, y nunca de demostraciones públicas de intolerancia, ante las que se echa en falta una respuesta enérgica de la Conferencia Episcopal o incluso del Vaticano.

Su conocida aversión, rayando la obsesión enfermiza, contra homosexuales, bisexuales y transexuales –afirmó que la homosexualidad es “una plaga” y le negó la Confirmación a un transexual- sería más que suficiente para que la jerarquía eclesiástica le hubiese apartado hace tiempo de sus responsabilidades. Su machismo confeso es merecedor no sólo de una condena moral y política, sino incluso penal por apología del patriarcado, el verdadero asidero de la violencia de género. “La ideología de género destroza la familia (…) Cuanto más varón sea el varón, mejor para todos. Cuanto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en la casa. El hombre aporta la cobertura, la protección y la seguridad. Es el signo de fortaleza y representa la autoridad que ayuda a crecer. El papel de la mujer es dar calor al hogar, acogida, ternura”, son algunas de sus perlas obscenas.

La comunidad científica abominó de sus comentarios de que la fecundación artificial es un “un aquelarre químico de laboratorio”, insultando a las miles de parejas que han logrado descendencia y felicidad gracias a estos avances. También despertó la hilaridad de historiadores cuando afirmó que la Mezquita de Córdoba no era arte musulmán, sino bizantino.

En su día, le sugirieron un bozal para dejar de espetar estas barbaridades. Preferiría que la Iglesia le retirase de cualquier púlpito. Si no lo hace, que no se pregunte luego por qué están aumentado exponencialmente las solicitudes de apostasía.

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