Susana Díaz programó una voladura controlada en enero de 2015 del Gobierno que compartían PSOE e IU y llamó a los andaluces a las urnas el 22 de marzo de ese año. Aunque parezca ya un pasaje prehistórico, este miércoles se cumplen apenas dos años. En ese tiempo han florecido nuevos compañeros de viaje y enemigos parlamentarios recién llegados, pero la senda de la presidenta durante ese largo bienio se ha ido trazando en paralelo a una de sus obsesiones: controlar de reojo Ferraz. Este domingo, sólo cuatro días después de la efeméride, confirmará que aspira a hacerse con su timón.
De soledad a estabilidad
Aquel 22-M devolvió al PSOE la hegemonía electoral perdida en 2012, la cita de los históricos pero insuficientes 50 escaños de Javier Arenas. Díaz clavó los 47 sillones de Griñán y Moreno cedió la friolera de 17. A la líder socialista le quedaba sin embargo aún un calvario de 81 días de incertidumbre y tres negativas en el Parlamento para ser nombrada presidenta. Hubo acercamiento a Podemos pero al final se consumó el pacto con Ciudadanos. Desde entonces, pese a los tiras y afloja, los de Juan Marín han acudido al rescate del PSOE en los momentos clave con dos Presupuestos consecutivos aprobados sin sobresalto alguno.
Objetivo: Pedro Sánchez
Paradojas de la política, Díaz logró en 2014 que Pedro Sánchez fuera elegido secretario general del PSOE para frenar a Eduardo Madina. Hoy éste coordina la ponencia política que debatirá el partido en su Congreso Federal y el primero, antaño protegido, es ahora declarado archienemigo de la presidenta. Nadie sabe a ciencia cierta el momento en que se torció todo, pero cuando el PSOE encaró el eterno tramo electoral de finales de 2015 las direcciones federal y andaluza casi n0 se hablaban. El resto es conocido: tras el batacazo del 20D Díaz dejó hacer a Sánchez, a sabiendas de que su experimento de investidura fracasaría. El 26J posterior fue otra debacle y la presidenta andaluza le enseñó al líder el camino de la oposición. Éste se revolvió con su “no es no” a Rajoy y cavó su tumba. Se le descabalgó y la Secretaría General busca aún inquilino. Díaz, Sánchez y López se medirán en mayo.
Los “martes al sol”
La expresión la acuñaron al unísono Podemos e IU para definir el escaso contenido de los Consejos de Gobierno de la Junta, aireando el trasfondo crítico de que Díaz anda más imbuida en lo orgánico que en lo institucional. La legislatura vive de cerrar leyes que arrastra de mandatos anteriores. La Junta contraataca y asegura que mandará al Parlamento este año hasta 30 proyectos legislativos. Complicado de cumplir.
Fantasmas de gestión
Díaz pretende vender su gestión en Andalucía como uno de los avales para ganarse la confianza de los militante en las primarias. No contaba con que en el tramo final de su carrera hacia Ferraz se le tambalease el tablero en un sector tan sensible como el de la sanidad. Las movilizaciones ciudadanas acabaron con las fusiones e incluso con parte de la cúpula de Salud y le alertaron de que no todo estaba tan atado como creía. Los servicios públicos, su gran bandera, tienen lagunas. El conflicto de la concertada se ha cerrado, aunque en falso.
Batalla con Madrid
En estos dos años la financiación autonómica ha sido el caballo de batalla contra Rajoy. La Junta insiste en que pierde mil millones al año y que eso condiciona a la baja sus políticas. El último órdago ha sido el de “devolver” al Gobierno central el Impuesto de Sucesiones para intentar librarse de la presión ciudadana y de las duras campañas del PP. A Díaz le han llovido críticas porque aparenta una huida hacia adelante. En las 35 horas del sector público sí ha triunfado: el Gobierno no se ha atrevido a recurrir.
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