Cumplir 40 años no es una cosa que pase todos los días ni a todo el mundo, pero sí le ha sucedido al Fiesta de la marca estadounidense Ford, a la que no se le ha ocurrido mejor cosa que conmemorar este aniversario con una versión de 200 CV.
Antes de entrar en materia recordar que el Fiesta tiene, desde 2013, un ST de 5 puertas con 182 CV y 240 Nm de par.
Pues sobre esta base, la del motor de gasolina 1.6 EcoBoost, los ingenieros de la marca del óvalo han trabajado para exprimirlo un poco más y subir la potencia un 10 % y el par máximo un 20 % respecto al ST "normal".
El resultado son 200 CV y un par motor de 290 Nm. A estas cartas de presentación del ST 200 de tres puertas hay que sumar otras que dan más pistas sobre el tipo de vehículo ante el que nos encontramos: acelera de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos y puede alcanzar una velocidad punta de 230 km/h.
Si se le compara con el Ford Fiesta XR2 de hace 20 años, su "nieto" disfruta ahora del doble de potencia.
Con esas cifras está claro que el ST 200 es un deportivo de bolsillo. No llega, por los pelos, a los cuatro metros de largo (3,97 metros), mientras que la anchura es de 1,70 metros y la altura de 1,45 metros. Al igual que el ST, la distancia al suelo de la carrocería se ha rebajado en 15 milímetros.
Una vez que el futuro comprador ya ha sido informado de los principales datos es hora de contar cómo se comporta en marcha.
Lo primero a destacar es que el lugar donde se va a encontrar más cómodo es en carreteras reviradas. El ST circula por ellas como si lo hiciera por una vía ancha de ferrocarril. Una dirección rápida, un chasis bien ajustado y unas suspensiones que trabajan a la perfección hacen que vaya por donde se le dice sin rechistar. Como si fuera entre raíles.
Equipa control de par vectorial (eTVC), cuya función es aplicar en curva mayor fuerza de frenado a la rueda interior para mejorar el agarre y reducir el subviraje, lo que facilita enormemente el trazado.
El eje de torsión trasero es un 27 % más rígido y el diámetro de la barra estabilizadora delantera ha pasado de los 19 milímetros a los 21 milímetros, lo que, junto con un tarado de los amortiguadores duro, hace que vaya pegado al suelo, como una tabla. Parte de la culpa de este apego por no abandonar el asfalto también lo proporcionan los neumáticos en medida 205/40 R17.
Para los que quieran emular a los pilotos de rallie el ST 200 les ofrece la posibilidad de desconectar el control de estabilidad ESC (que cuenta con tres modos que se activan desde un botón que hay al lado de la palanca de cambios).
En carretera y en ciudad el comportamiento también es de nota, pero menor, porque ese toque seco que le han dado a la suspensión se hace notar en el habitáculo con rebotes. Los guardias tumbados o los baches del asfalto no se llevan muy bien con el ST 200, que pasará la factura a los riñones de los ocupantes.
El equipo de frenos para detener en tiempo y distancia a este Fiesta también está a la altura del vehículo. Delante los discos tienen una medida de 278 milímetros delante y detrás de 253 milímetros.
La caja de cambios es manual de 6 velocidades con una relación de marchas cortas. Gracias a un manejo ágil y preciso, hay que ir muy pendiente del cuentakilómetros para no rebasar con holgura la velocidad límite de la zona por la que se transita.
La marca le ha homologado un consumo medio de 6,1 l/100 km. En la prueba realizada por Efe en conducción dinámica se ha ido a los 9 l/100 km, que un manejo más en consonancia con el resto de conductores se ha situado en el entorno de los 7,6 l/100 km, lo que no está mal para el tipo de vehículo del que se trata.
Sin embargo, un depósito de 48 litros va a hacer pensar que el coche gasta más de lo normal por la frecuencia con la que se recurre al surtidor si solo se circula con algo más de medio depósito de gasolina.
Tanto en marcha como en parado es fácil distinguir al ST 200 de un Fiesta. Por fuera la primera pista es el color exclusivo gris Storm Grey. La segunda las llantas de 17 pulgadas en color negro. La tercera el bajo perfil de las ruedas. La cuarta la pinza de freno en rojo...la amplia parrilla para refrigerar el motor, los logotipos ST en rojo delante y detrás, el alerón y el difusor trasero y la cola de escape doble conformarían las pistas número 5,6,7, etc.
Por dentro sucede lo mismo. Nada más abrir las puertas en los umbrales de éstas aparecen iluminadas en rojo las siglas ST, que también se repiten en la parte baja del volante (no está achatado como en otros modelos de la competencia), en los asientos y en una placa situada por debajo del equipo de climatización automática.
Los asientos delanteros están firmados por la marca Recaro y sujetan a la perfección. En caso de que el conductor sea corpulento la sujeción será algo asfixiante. La ventaja es que todo queda al alcance de la mano, por lo que no hay que estirarse mucho.
Ahora que está tan de moda la conectividad y las pantallas grandes, la del ST 200 se queda pequeña, aunque se ve muy bien al estar situada en una capilla por encima del salpicadero.
Atrás el espacio no es tan confortable como delante. Con un conductor de más de 1,80 metros de altura se reduce bastante el hueco para las rodillas. Como siempre se advierte en la mayoría de los coches, mejor viajarán dos personas que tres en la parte posterior del vehículo, donde la acentuada caída del techo resta distancia para la cabeza.
De la estrechez del habitáculo para los ocupantes traseros se ha beneficiado el maletero, que cuenta con 290 litros y que presenta unas formas muy regulares.
En definitiva, Ford ha hecho una versión deportiva del Fiesta que va dirigida a un público que le gusta conducir más por las carreteras secundarias y los puertos de montaña.
Pero no solo está hecho para pilotos. Es fácil de conducir y, siempre que no se abuse en exceso del acelerador, es muy controlable la caballería que va en el motor.
El precio a pagar por este juguete está en la parte alta de sus competidores, un pequeño racimo de deportivos de bolsillo con los que pasar un buen rato.
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