Málaga acogerá el próximo 20 de febrero la XXV cumbre hispano francesa que presidirán los líderes de los dos países, Mariano Rajoy y François Hollande, respectivamente, han informado a Europa Press fuentes gubernamentales.
La decisión de celebrar esta cita fuera de Madrid parte de Moncloa y constituye un gesto hacia Francia, pues pretende poner de relieve la vinculación de la ciudad con el país vecino, acrecentada en 2015 con la apertura de la primera sede del centro de arte Georges Pompidou de París fuera de Francia.
El actual alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre (PP), no esconde su pasión por Francia, país donde amplió en los años 60 sus estudios superiores universitarios, con una especialización en desarrollo regional, tras obtener el doctorado en Ingeniería Agrónoma.
Esta no será la primera cumbre hispano francesa que acoge Málaga. En 2002 --y también con De la Torre como regidor-- el entonces jefe del Ejecutivo, José María Aznar, recibió allí al francés Jacques Chirac, en una reunión que estuvo marcada por la catástrofe ecológica del vertido del 'Prestige'.
En esta ocasión, la reunión, en la que también participarán varios ministros por ambas partes, estará previsiblemente marcada por los desafíos que enfrenta la UE con la decisión de Reino Unido de abandonar el club, el auge de fuerzas eurófobas dentro de su territorio, la crisis de refugiados y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
La cita dará la oportunidad a Rajoy y Hollande de lanzar un discurso común proeuropeo, a pesar de que el segundo está de salida porque no opta a la reelección en las presidenciales de abril y mayo próximos.
De hecho, no es habitual que una cumbre bilateral como ésta se celebre a pocos meses de unos comicios que, además, según todos los sondeos, propiciarán un cambio de Gobierno.
PRIMERA CUMBRE EN TRES AÑOS
Pero no celebrar la cumbre antes de las elecciones en Francia llevaría esta reunión periódica entre los gobiernos de los dos países vecinos --que se intenta organizar una vez al año-- a finales de 2017, es decir, tres años después de la última cita que tuvo lugar en diciembre de 2014 en París.
Este parón se explica por la situación de interinidad del Gobierno español que se prolongó casi un año y durante la que la actividad internacional quedó reducida a la mínima expresión.
Se espera también que la cumbre permita a España y Francia discutir y avanzar en dossieres bilaterales en los que ambas partes tienen intereses comunes y que no se prestan a vaivenes según el color político de los gobiernos que estén en el poder, como es el caso de la lucha contra el terrorismo o las interconexiones de transporte y energéticas.
Y podría ser una oportunidad para hablar de los episodios de agresiones contra camiones españoles que se suceden con cierta periodicidad en territorio francés, y que en los últimos tiempos tienen como objetivo las exportaciones de vino español a granel.
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