Después de que el Gobierno haya anunciado su intención de construir una comisaría de Policía Nacional fuera de Polígono Sur, obviando una histórica reivindicación vecinal y el consenso alcanzado entre todas las administraciones en el Plan Integral para la regeneración del barrio, surge una pregunta básica: ¿Es tan importante que la comisaría esté dentro del Polígono Sur?
Y la respuesta es sencilla: sí que lo es. No sólo para Polígono Sur, es importante para todo el distrito Sur, es importante para toda Sevilla. Para una ciudad que lleva décadas viendo cómo la exclusión de un barrio puede lastrar a toda la capital de Andalucía, porque ninguna ciudad puede ser exitosa con barrios fracasados.
Porque no se trata de si está a más o menos metros del barrio, ni de si está a más o menos minutos: se trata de que forma parte de una estrategia integral, que se diseñó con el consenso y la participación de todos, y en la que una comisaría no es sólo una comisaría: es parte del trabajo en red que los servicios públicos, las entidades, las asociaciones del barrio y la gente de a pie realizamos día a día para conducir hasta la normalidad a un barrio históricamente ignorado. Haber permitido que la situación se mantuviese durante décadas nos trajo hasta aquí, y sólo revertir ese olvido, y compensar estas carencias, podrá sacarlo de la exclusión.
La lucha contra la inseguridad y la impunidad en Polígono Sur es parte esencial de esa labor y necesita acciones contundentes. La presencia de una comisaría justo al lado de nuestro barrio, pero no en su interior, como ocurre ahora, no ha sido suficiente para atacar comportamientos irregulares que se resisten a ser erradicados. Por eso su construcción dentro de Polígono Sur es fundamental. Es una oportunidad histórica que el vecindario lleva décadas esperando, un instrumento fundamental para el Plan Integral, y el principal compromiso que el Gobierno central asumió con la regeneración del barrio.
La comisaría está llamada a ser un símbolo, una herramienta de lucha contra la delincuencia y la impunidad, por sus efectos en la seguridad objetiva y subjetiva del barrio. Es obvio que la presencia de un edificio policial, de efectivos policiales y de vehículos de la Policía entrando y saliendo constantemente del barrio tendrá poder disuasorio. Está claro que también anclará a estos profesionales al barrio, les permitirá conocer a su gente y, en un camino de doble vía, permitirá al vecindario conocer a sus policías en una relación más próxima y cercana.
No sólo eso: una comisaría es también vida normalizada. Que haya que venir a sacarse el DNI o el pasaporte, a poner una denuncia o a pedir certificados es una ocasión de permear el barrio a otros barrios y a otras personas. Y tenemos el lugar perfecto: una parcela propiedad del Estado, que ha recibido todos los parabienes de las tres administraciones, situada en una zona recién reurbanizada, rodeada de servicios públicos y privados, como centros de salud, educación de adultos o empleo; o la parroquia salesiana de Jesús Obrero. Y aquí es donde una comisaría no es sólo una comisaría: es la ocasión de variar las rutinas del barrio, de romper las barreras psicológicas que separan a Polígono Sur de otras zonas de Sevilla, de respaldar la labor en red que realizan otros servicios públicos y entidades.
Por eso hemos pedido al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que se replantee la ubicación de la comisaría en el marco del consenso y del diálogo. Una decisión tan fundamental para el barrio no puede tomarse de forma unilateral, sino que debe debatirse y adoptarse en los lugares de encuentro que rigen el Plan Integral. Ayuntamiento, Junta y Gobierno central siempre han consensuado las decisiones importantes, y ésta sin duda lo es. Sólo así, trabajando todos en la misma dirección, lograremos hacer de Polígono Sur el barrio normalizado que Sevilla necesita, y con el que todos los que tenemos una responsabilidad en él debemos estar comprometidos.
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