Los vinos de Jerez gozan de un prestigio indudable que ha sido cimentado internacionalmente en el transcurso de los últimos trescientos años. Son una referencia mundial y, por ende, una auténtica contribución a los atractivos de la provincia de Cádiz. Sin embargo, nunca hasta ahora había contado con tantos instrumentos a su alcance para ganar en proyección y, sobre todo, tantos apoyos públicos para conquistar nuevos territorios de la mano de las sensaciones, de la condición única de sus vinos.
Beltrán Domecq, presidente del Consejo Regulador del Vino de Jerez, lo reconoce abiertamente: “Hay una colección de chefs de los primeros restaurantes de España y de los más importantes del mundo que sienten en este momento una gran admiración por nuestros vinos”. No sólo ellos, también los sumilleres al servicio de sus salas, “que en su mayoría adoran los vinos de Jerez”, como recalca Armando Guerra, director de vinos de alta gama de Bodegas Barbadillo.
Existe, pues, una corriente de influencia ligada a la admiración que los grandes restauradores del momento sienten por los vinos de Jerez y por el maridaje con los grandes vinos de Jerez, pero también otra que responde al auge del enoturismo, lo que ha convertido al Marco en centro de atracción turística de primer orden a lo largo de los últimos años; de hecho, en la actualidad Jerez ocupa la segunda posición a nivel nacional en número de visitas a bodegas, sólo superados por el Penedés.
Hablamos de unas 400.000 personas que visitan en estos momentos la ciudad atraídas por sus vinos y por la tradición de sus bodegas. “Desde el Consejo Regulador creemos en eso” -resalta Beltrán Domecq-, e incluso reconoce la necesidad de incrementar la promoción en este ámbito visto el auge alcanzado en los últimos años.
En su opinión, es una promoción que hay que hacer vinculada a la de la propia provincia de Cádiz, ya que Jerez no sólo posee atractivo por sí misma por sus vinos, sino por cuanto le rodea, “unos atractivos que no tienen la mayoría de regiones vinculadas al mundo del vino”, subraya Domecq. “Vivimos en una provincia con una diversidad y con una atracción tremenda que no debemos desaprovechar. Tenemos playas, la Sierra, grandes restaurantes, los propios paseos por los viñedos, que son una maravilla, y un clima muy especial”.
Ese nuevo afán por los vinos de Jerez y por sus bodegas se ha dado en llamar la “Sherry Revolution” (“la revolución del Jerez”), a la que se han sumado nuevos conceptos, como #Sherrylovers o #Sherryweek, que están gozando de una enorme repercusión a través de las redes sociales. La propia Sherryweek congrega cada año a personas de todo el mundo, interconectadas a través de la red, con la celebración de catas virtuales o actos promocionales dedicados a los vinos de Jerez.
“Es cierto, hay una Sherry Revolution en estos momentos”, celebra el presidente del Consejo Regulador. “El vino de Jerez está de moda después de haber pasado una etapa muy delicada, a raíz de la producción en masa iniciada en los setenta y prolongada hasta la década de los ochenta. Desde la década de los noventa se ha ido ajustado la producción hasta equilibrar la oferta con la demanda. Ahora lo que toca es poner en valor tanto la labor de los viñistas como de las bodegas. Hablamos de vinos únicos en el mundo y tenemos que valorarlos como tal”.
A los propios representantes del sector les ha sorprendido -y también lo han celebrado- la moda en torno a los vinos de Jerez. En la propia ciudad se ha puesto de manifiesto con el auge de los tabancos, pero es que fuera de Jerez se vive una auténtica fiebre por los Sherry Bars, en especial fuera de España, donde ya comienzan a proliferar tanto en Inglaterra como en Estados Unidos: bares entregados por entero a los vinos del Marco y que gozan de gran popularidad ya en ciudades como Londres, Manchester o Liverpool, por citar tres grandes referencias del principal país extranjero en consumo de jereces.
Una moda y un auge en el que también están desempeñando un papel importante los consumidores más jóvenes, que han comenzado a sentir una gran atracción por los vinos de Jerez. De hecho, hasta hace bien poco el principal consumidor en Inglaterra se correspondía con el de un perfil de edad elevada y centrado especialmente en los cream y pale cream. “Afortunadamente, eso está cambiando y hemos conseguido la renovación de los aficionados al jerez”. Más aún, “no sólo consumen vino de Jerez, sino que hablan de los vinos de Jerez, y eso tiene un potencial importantísimo”, recalca Beltrán Domecq, que viaja constantemente a Inglaterra, donde además imparte catas guiadas de la mano del Consejo Regulador, así como en diferentes lugares del mundo en los que también se siente idéntica inclinación por los vinos y por conocerlos con más detalles, ante la peculiaridad de sus procesos de producción.
Pero no sólo hay un creciente interés por conocer su elaboración, las peculiaridades de cada uno de los tipos de jereces que se producen en el Marco, sino también por su combinación, por el maridaje, ya que como reivindica el propio Beltrán Domecq, son vinos que sirven para acompañar cualquier tipo de comida.
En este sentido, le pedimos que nos recomiende diferentes combinaciones en función del tipo de vino. Empieza por la manzanilla, y el acompañamiento no admite dudas: langostinos. Del vino fino, al ser más seco que la manzanilla, resalta que, más allá de los ya conocidos acompañamientos con jamón o gambas, va muy bien para acompañar productos en los que el vinagre juega un papel importante, desde el gazpacho a una vinagreta.
Con respecto al amontillado, lo considera muy apropiado para acompañar un consomé, carnes blancas o platos con especias, caso del curry. El Palo Cortado y el Oloroso los incluye en un mismo grupo, ya que en ambos casos van muy bien con un rabo de toro, con una carrillada ibérica o cualquier tipo de carnes.
Y deja en último lugar los vinos ideales para acompañar en el postre. En primer lugar un cream, junto a una tarta de manzana, y en segundo lugar el clásico Pedro Ximénez, que por su condición “muy, muy dulce” invita a degustar junto a un chocolate negro.
Ventas
En el último año se vendieron unos 50 millones de botellas de vino de Jerez en todo el mundo. En este momento, el principal mercado de venta es España, que ha superado en 2016 a Inglaterra gracias a un crecimiento de entre un 3 y un 4%. Tras España se sitúa ahora Inglaterra, que mantiene las cifras de los últimos años y sigue siendo el país donde más se consume vino de Jerez. En este sentido, el 30% del total de las ventas tienen lugar en España, mientras que el otro 70% se reparten entre países de todo el mundo. Así, tras Inglaterra se encuentran, por este orden, Holanda, Alemania, Estados Unidos y Bélgica.
“No hay que olvidar que venimos de un momento de contracción en el Marco de Jerez”, señala Armando Guerra, quien reconoce que a partir de ahora es cuando se va a comenzar a apreciar la evolución esperada por todos. En este sentido, Willy Pérez, enólogo y gerente de Bodegas Luis Pérez, señala que el sector necesita ahora un poco de “paciencia y no caer en la autocomplacencia, porque vamos en la buena dirección”. El crítico gastronómico, Pepe Berasaluce, añade que el vino de Jerez “necesita nuevas ideas” vinculadas a “impulsos creativos, a relanzar la cultura del Sherry”, tal y como ya está ocurriendo en otras grandes regiones del vino en otros lugares del mundo. Una idea que casa asimismo con la planteada de ligar la promoción de la provincia a la de los propios vinos de Jerez, de manera que la suma de atractivos contribuyan a acrecentar tanto las visitas a las bodegas como a la propia provincia de Cádiz.
* La información contenida en este reportaje parte del especial dedicado al sector del vino por el espacio A Compás de Ondaluz TV
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