Suele ser ya común en las campañas que realiza la Dirección General de Tráfico que los agentes detecten numerosas anomalías, sobre todo administrativas, en los autobuses y vehículos de transporte escolar. La mayoría de ellas suelen ser por no tener seguro o carecer de la autorización específica para el traslado de alumnos. Concretamente en la pasada campaña en Jaén el 66 por ciento de los autocares que se sometieron a un control fueron denunciados por la Guardia Civil, algo que realmente es escandaloso, sobre todo cuando se trata de dejar en manos de estas personas la seguridad de nuestros hijos. Sin duda, las sanciones deberían ser ejemplares para estos transportistas sin ningún tipo de escrúpulos, que evitaran que este alto porcentaje de incumplimiento se repitiera campaña tras campaña. En el último año casi se ha duplicado el número de infractores en la provincia. Coinciden además estos datos con el suceso del accidente de autobús en Fuenlabrada (Madrid) de ayer, cuyo conductor dio positivo en consumo de cocaína y con el conductor de Jaén (que se dedica al transporte escolar) grabándose por una carretera a 200 por hora. Motivos existen para poner mucho más celo en quienes trasladan a nuestros hijos.
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