Las nuevas pintadas aparecidas (con una actuación ejemplar del Ayuntamiento quitándolas en pocas horas) en el muro gótico de la Catedral de Jaén, el conocido como callejón de la Mona, ponen de manifiesto una vez más el elevado grado de estupidez de buena parte de los vecinos de esta ciudad, que fruto de la incultura y el cada vez más acusado desarraigo histórico, se ha convertido en la verdadera lacra social de esta ciudad (y de buena parte de todo el país). Que los autores sean jóvenes, adolescentes o niños no exime de la culpa, porque detrás de ellos hay unos padres y un sistema incapaz de transmitir los más mínimos valores de respeto, educación y empatía que los ciudadanos debemos tener hacia el medio natural y urbano que nos rodea. Jaén es lo que es por los jienenses y por una acusada falta de responsabilidad y cultura que hace que la simiente más fértil se despeñe en una idiosincrasia cateta, analfabeta y muchas veces soberbia. Pero lo peor de todo es que apenas hay rastro de curiosidad, de querer conocer, de querer saber, mirar, aprender, crecer, prosperar en fin. Medio Jaén pinta la Catedral y otro medio se echa las manos a la cabeza mientras mira las fotos en alguna red social entre miles de simplistas mensajes que alimentan la ilusión de libertad, justo cuando menos libres somos; cuando menos ciudadanos y más vasallos queremos ser.
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