Hubo una época en la que no podía dormir y empezó a hacer memoria, a recordar cuando era una niña, cuando los problemas los veía muy lejos y la mayor preocupación era decidir qué juego emprender con sus amigas. Juegos que, observó, nada tenían que ver con los de ahora. Precisamente las preocupaciones que ahora le quitaban el sueño y el recuerdo de la ausencia de éstas le llevó a reflexionar entre presente y pasado, a comparar los juegos que ahora veía en sus hijas y demás niños del barrio con los que había antaño. Así empezó Mary Carmen Delgado a escribir Las Can y sus misterios, con el objetivo de “dejar por escrito para mi entorno cómo nos divertíamos”. Pero la dulzura de sus historias, la imaginación de sus protagonistas y las aventuras desprendidas de cada página hicieron que ese entorno se ampliara tanto que Las Can ya se han embarcado en cinco aventuras.
Martina, Cat, Isis, Kelen, Sabrina, Loren, Selene, Tetté, Nika, Ransi, Suka y Bekan conforman este grupo: Las Can. Unas jóvenes que, como explica su autora, son “intrépidas, resolutivas e imaginativas”. Pero no solo esto, estas chicas son también una muestra más de cómo esta escritora es capaz de entremezclar, con la mayor sutileza, ficción y realidad. Pues tanto éstas, como la mayoría de los personajes, están basados en personas reales que viven historias casi reales: “Les dije a mis amigas que se pusieran un nombre artístico que tuvieran que ver con sus nombres pero sirvieran para cualquier idioma”. Y no fue nada desencaminada Delgado pues el primer tomo, Las Can y el Misterio de la Ciudad Dormida, ya está traducido al inglés.
“En cada libro hemos ido creciendo, los protagonistas, los niños y yo como escritora”, explica Delgado en relación a cómo han ido avanzando las tramas de las chicas mientras las páginas de los libros se ampliaban.
La seña de identidad
Y es que aunque hay nexos de unión en estos cinco libros, como La Aulaga o Triana, las obras han ido dificultándose, sin alejarse de su seña de identidad -los niños, la imaginación y la fantasía- pero entremezclándolas con distintos aprendizajes como la historia, el idioma o la arqueología.
Además del carácter lúdico y formativo otra particularidad de la escritora es que por el día se dedica de lleno a su trabajo en el banco, por lo que la documentación, el estudio de cada época y la escritura solo puede hacerlos por las noches.
Una combinación que a veces le resulta estresante, pero le encanta: “Hay gente que cuando ha cenado solo tiene ganas de ver la televisión; a mí me apetece escribir, me pongo delante del portátil y es como si viera una película”.
A pesar del éxito cultivado, Delgado asegura que jamás se habría visto con cinco tomos bajo el brazo: “Me parece mentira; escribir me sirvió como terapia en un momento crítico en el que Las Can me evadían porque eran como una máquina del tiempo a mi pasado feliz”.
Una máquina del tiempo que cada día toman más personas de su edad, pues aunque los libros están dirigidos a un público juvenil, cada vez son más los adultos que le piden a la escritora más historias de las chicas. Ahora, de su sexto libro ya terminado, Las Can y el Misterio de la Daga y el Corsario, la escritora solo nos desvela que “una simple coma podría cambiarlo todo”.
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