En estos días la huelga de hambre de un ciudadano de Málaga, Paco Vega para reclamar la implantación de la Renta Básica Universal acapara titulares y pone el punto de mira la necesidad de estudiar con objetividad pero también con sensibilidad hacia todas las personas que sufren las consecuencias del desempleo en nuestra tierra una propuesta que, más allá de ser una medida desesperada o una solución cortoplacista, se manifiesta como una necesidad vital y una solución efectiva para revertir la dinámica de estancamiento en el empleo y de empobrecimiento tan preocupante en la que nos encontramos en Andalucía.
Escalofríos dan las ya conocidas cifras de paro –con una subida en el pasado mes de octubre de 7.671 personas respecto al mes anterior, según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social- . Más de 918.000 personas en Andalucía se encuentran en situación de desempleo y, lo que es aún más sangrante, miles de ellos no reciben prestación alguna, lo que los identifica directamente como pobres.
Asimismo, a muchas de las personas que sí que perciben algún tipo de ayuda no les llega para afrontar los gastos más básicos, pasando a engrosar los listados que sitúan nuestra comunidad por debajo del umbral de la pobreza. Pero estas personas las tenemos cada vez más próximas y cercanas, son nuestros vecinos y vecinas, nuestros excompañeros de trabajo, nuestros familiares, abuelos y abuelas jubiladas que sostienen familias con su humilde pensión y que suplen con más amor y coraje que posibilidades las necesidades básicas que deberíamos poder obtener dentro del sistema que nos hemos dado entre todos y al que todos de una u otra forma contribuimos. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esta situación?
Las medidas de austeridad y recortes impuestas desde Europa y sostenidas por las distintas Administraciones en los últimos años así como la reforma laboral han demostrado su ineficacia para paliar la pobreza, y por eso desde EQUO apostamos desde nuestro origen por la implantación de la Renta Básica Universal (RBU), como un derecho básico que permita que la gente tenga una vida digna y la libertad de elegir mejores condiciones para vivir, sin tener que someterse a injustas condiciones laborales para beneficio de unos pocos y no del bien común. No es una utopía; es realizable y supondría un paso más para dar el salto hacia un modelo de sociedad más justo y equitativo.
La Renta Básica viene recogida en nuestro Estatuto y debería ser un derecho de todos los andaluces y andaluzas: una asignación económica –a decidir- que percibiesen todas las personas por el mero hecho de serlo. La situación de emergencia social en la que vivimos obliga a tomar acciones urgentes, y la implantación de una Renta Básica Universal se presenta como una solución eficaz tanto para empezar a dar un giro a nuestro modelo económico como para promover una sociedad más justa y más libre, en la que las personas puedan vivir dignamente.
Con una renta básica mejorará la calidad de nuestra democracia, aumentará la participación ciudadana y se potenciarán formas de economía solidaria y cooperativa que generarán nuevas oportunidades para transformar Andalucía y no seguir sometidos a los avatares de empresas especuladoras que crean empleos precarios y esquilman nuestros recursos dejando cicatrices y deudas ambientales incurables en el territorio. Aquí en nuestra tierra nadie deja de esforzarse en la búsqueda de empleo, pero estos deben tener unas condiciones dignas, alejadas de la semiesclavitud actual. El empleo no es digno cuando quien te emplea abusa, contamina, especula, no ofrece igualdad de oportunidades a mujeres y hombres, no valora la incorporación del talento juvenil, no integra a personas diversas y sólo apuesta por mejorar la economía propia y no la del bien común.
La implantación de la Renta Básica Universal permitiría asimismo que cada cual eligiese dónde quiere vivir, frenando el éxodo hacia las ciudades y manteniendo la población rural en niveles estables, lo que a su vez contribuiría a mejorar la salud de nuestro planeta, incapaz de soportar por mucho más tiempo una economía meramente productivista basada sólo en el consumo de recursos y el crecimiento. En Andalucía tenemos casi 800 municipios y una economía basada tradicionalmente en la agricultura. La actividad agrícola ha supuesto que nuestros pueblos estén llenos de vida y que exista entre los andaluces apego por la tierra. También tenemos una gran superficie de nuestro territorio protegida, por lo que aún estamos a tiempo de dejar un legado natural inigualable a nuestros hijos y nietas.
Pero no son sólo motivos económicos los que nos llevan a reclamar la implantación de esta Renta Básica Universal. También la solicitamos para lograr una sociedad más equitativa, en la que las situaciones de dependencia a la que muchas mujeres se ven abocadas se acaben, así como la lacra de la violencia de género, que también podría reducirse. A nadie se le escapa que, en buena medida, muchas mujeres maltratadas soportan las vejaciones en silencio ante la falta de una alternativa y la desconfianza en el sistema. ¿Cuántas darían el paso para salir de su infierno particular si tuviesen la certeza de contar con este colchón económico?
¿Cuántos jóvenes se independizarían y emprenderían, con el beneficio que esta decisión supondría a nivel general?
Los que no creen en la RBU sostienen que no existe capacidad para financiarla, pero los estudios económicos que se han hecho al respecto demuestran que sí. Es cierto que se trata de una renta universal, para todos, pero eso no quiere decir que los que más tienen se vayan a aprovechar de ella, pues la reforma fiscal que habría que impulsar aparejada a la implantación de esta medida gravaría con más impuestos a las rentas más altas, por lo que esta cantidad que percibirían como RBU volvería, amplificada, a la sociedad. Se trata de distribuir la riqueza de una manera más justa, en la que quienes más ganan, más impuestos pagan.
Pero además, está demostrado que los subsidios actuales, condicionados a determinadas realidades o circunstancias, son poco eficientes desde el punto de vista económico, pues su control requiere de todo un aparato que hay que sufragar y ha supuesto en no pocos casos compra de voluntades. Tristemente, en nuestra tierra tenemos experiencias que demuestran, además, que este supuesto control nunca está garantizado. ¿Les suena el caso de los ERE? ¿Cuánto dinero que se tendría que haber destinado a los parados se quedó en el bolsillo equivocado? ¿Cuánto menoscabo ha supuesto para las arcas públicas –esto es, el dinero de todos y todas- el fraude de los cursos de formación?
La RBU, al ser una renta que perciben todos los ciudadanos y ciudadanas de una región determinada por el mero hecho de serlo, no es una ayuda sometida a control y burocracia, sino un derecho. El dinero dedicado a RBU va íntegramente a este concepto, y no a costear mecanismos que hoy por hoy se necesitan en el caso de los subsidios condicionados.
Subsidios que en la mayoría de los casos se eliminarían, pues se articulan en torno a personas sin recursos, en riesgo de exclusión o que no alcanzan determinados niveles, circunstancias que quedan resueltas con la implantación de la Renta Básica Universal que proponemos.
Así, razones económicas existen sobradas para hacer realidad esta propuesta, aunque las más poderosas, sin duda, sean las éticas. Las que nos obligan a avanzar hacia una sociedad más solidaria, equitativa y justa en la que nadie viva por debajo del umbral de la pobreza. En la que no se permita que la riqueza de unos sea a costa de la explotación sin límites de otros, el éxodo de nuestros jóvenes, el sobresfuerzo de nuestros jubilados, la resignación de las mujeres y la degradación de nuestra tierra. Impulsemos la RBU como herramienta de transformación en Andalucía, para combatir la pobreza y hacernos un poco más libres.
Isabel Brito
Coportavoz de EQUO Andalucía
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