Las zanahorias son vegetales muy longevos, pueden conservar su sabor y propiedades hasta cuatro meses. Eso sí, cuidado con quélas almacenas, porque hay que alejarlas del etileno. El etileno es un gas que actúa como la hormona del envejecimiento de las plantas, siendo el responsable de la maduración. El etileno hace avanzar a determinadas frutas y verduras hasta su momento óptimo de consumo, pero en el caso de las zanahorias tiene efectos nocivos, les da un sabor amargo. Como no las conservamos en el frutero se mantiene lejos de los plátanos, las manzanas, las uvas, pero en el cajón de las verduras en la nevera puede tener malos acompañantes en las cebollas y los tomates que también producen etileno. Conociendo este sencillo secreto, podemos almacenar zanahorias mucho tiempo.
Los secretos de la conservación atraen mucho, sobre todo los que llevan a la prolongación de la vida humana.Enma Morano, una italiana de 116 años, arropada en su sillón, lanzaba dos grandes consejos al mundo para ser longeva: “comer dos huevos crudos diarios” y sobre todo “vivir sin hombre”. El primero puede resultar repulsivo pero ¿y el segundo? ¿Cuántas sacrificaríamos la pareja por la longevidad? No, no nos lo pone fácil la anciana.
Claro que a las mujeres nos pasa como a las zanahorias, hay elementos nocivos que pueden no sólo amargarnos la existencia, sino atentar contra ella. J. M. de Virgen del Camino lo sabía y había denunciado a su marido, se la consideró de riesgo bajo, se la llamaba por teléfono una vez al día, tenía una orden de alejamiento de 250 metros y murió a hachazos la semana pasada. Vivir a 600 metros de su agresor no podía asegurarle la supervivencia.
Los políticos son los primeros en hacer declaraciones condenando estos actos, se retratan en las noticias, pero recordemos que son ellos también los que dotan de presupuesto a los programas para combatir la violencia de género. Los protocolos a seguir dependen de estos presupuestos. Si no denuncias, no tienes derecho a un hogar de acogida para apartarte de tu maltratador, pero si denuncias tendrás que vivir con el miedo a ser la próxima. Situarse en ese dilema ahorra dinero al Estado.
Los que ven fácil la denuncia no viven con su verdugo. Sólo las víctimas conocen la verdadera cara de sus agresores, no hay más que oír las declaraciones de los vecinos, sólo ellas han convivido con ellos y conocen su capacidad de destrucción. Sólo ellas saben lo que es temer a una persona que el resto ve como ciudadanos ejemplares.
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