‘Andalucía por sí’ ha recorrido en apenas unos meses un fugaz trayecto que arrancó pulsando el descontento ciudadano por la pérdida de relevancia de la comunidad autónoma en el contexto nacional, propuso luego un foro de reflexión y ahora, tras recibir el respaldo de miles de adhesiones a su manifiesto fundacional, confirmará este sábado en Sevilla su salto a la política. Javier Aroca (Sevilla, 1954) es uno de los rostros más reconocibles de la plataforma, “que no del futuro partido”, insiste.
Aproxímele ‘Andalucía por sí’ a quien aún no haya oído hablar de ella. ¿Qué persigue?
—La plataforma es una iniciativa ciudadana, desde abajo, que nace por la inquietud de un grupo de personas preocupadas por la situación de Andalucía en el contexto político actual y sobre todo por la pérdida galopante de su protagonismo en lo político y social, en lo económico y cultural. Decidimos darnos a conocer a la opinión pública con un manifiesto con nuestra apuesta por un debate sobre Andalucía como sujeto político, incrementando su protagonismo, la iniciativa y el poder que verdaderamente tiene Andalucía en el Estado porque entendíamos que se está difuminando: Andalucía ha desaparecido del mapa político español y prácticamente es muy irrelevante.
Hay también una decidida apuesta ya por el salto a la política...
—Sí, la plataforma nace sin intención de ser partido político, pero ha habido un nivel de adhesiones tan abrumador que se dispararon todas las posibilidades. No teníamos ni la más mínima idea de que hubiera tanta necesidad de reflexionar sobre lo que propusimos. Eso provocó una consulta que dio como resultado, para nuestra sorpresa, que más del 90% creyera que debíamos transformarnos en movimiento político. Hay miembros de la plataforma que están en esa posibilidad que será realidad el día 5 en el congreso constituyente de Sevilla. Eso sí, la plataforma como tal seguirá existiendo como ámbito de debate.
Y tras la irrupción de nuevos partidos, ¿queda aún hueco en el abanico ideológico? ¿Cuáles son sus signos de identidad?
—Queremos ser esa marea verde que movilice políticamente a Andalucía para que ocupemos en España y en Europa el papel que nos corresponde. Sí, creemos que hay espacio para una organización política de obediencia andaluza siempre que se den una serie de condiciones: que sea progresista, de izquierdas, federalista y que defienda los valores republicanos, algo que además no es nada nuevo porque desde el Siglo XIX todos los protagonistas que decidieron que Andalucía fuera un sujeto político propio se definieron siempre por su carácter republicano, su federalismo y por ser progresista. No debería haber por tanto ninguna novedad...
Denuncian una pérdida de influencia de Andalucía en un momento tan decisivo como el actual. ¿Qué ha fallado?
—Puede ser la indefinición ideológica de otras fuerzas políticas, la falta de conciencia, el no haber acertado en la herramienta adecuada para que Andalucía pueda tener voz y protagonismo en el debate del Estado y en el europeo… Puede haber muchas razones, pero cuando uno va por la calle, y más por ejemplo en Madrid, sorprende la cantidad de gente que te pregunta y reflexiona contigo sobre por qué Andalucía no tiene mayor protagonismo y fuerza siendo una de las comunidades más importantes del Estado. Hay una dinámica política en Cataluña, también autóctona en el País Vasco o Galicia, ahora en Valencia, pero en Andalucía, vanguardia del cambio constitucional en España, el protagonismo ha desaparecido.
Cuando se ensalzan valores territoriales aflora el nacionalismo. En pleno debate sobre el secesionismo en Cataluña, ¿es una etiqueta reivindicable o de la que hay que huir?
—Nosotros no huimos de nada. Somos una plataforma andaluza y recogemos la tradición política de muchos andaluces que piensan en Andalucía y desde Andalucía. No haría falta decir que creemos en el principio de nacionalidad, pero en eso no somos originales: está en el Estatuto de Autonomía, en la tradición, e incluso Blas Infante se destacó entre otras cosas por exigir que Andalucía fuera sujeto político y tuviera esa personalidad, algo también recogido ya en 1919 en la Asamblea de Córdoba. No somos nada originales en eso. Si la pregunta es si consideramos que Andalucía es una comunidad con el máximo nivel de autogobierno que debe estar a la altura del resto de comunidades en un estado plurinacional, pues sí.
Pero ese sentimiento nacionalista en Andalucía, al menos en lo político, se ha difuminado...
—Igual los partidos que había no representaban bien lo que ocurría en Andalucía. Andalucía tiene un problema histórico y ya lo decía Blas Infante: su dependencia política. Se observa en los nuevos movimientos emergentes, que están más pendientes del teléfono de Madrid que de constituirse en una alternativa propia desde Andalucía. Hasta ahora los andaluces no han considerado que tener una herramienta propia era útil, pero la evidencia pesa mucho y la gente está viendo cómo otras comunidades avanzan y tienen más protagonismo y nosotros no.
¿El PSOE no ha sabido canalizar eso en los últimos 35 años?
—El PSOE lo canalizó en un primer momento y se aprovechó de ese sentimiento espontáneo que hubo en Andalucía, pero una vez que lo canaliza para consolidarse en el poder se olvida de ello. El espíritu de las grandes movilizaciones ciudadanas ha desaparecido: hoy costaría muchísimo trabajo movilizar a los andaluces porque eso no se ha cultivado. Los andaluces tenemos nuestra propia personalidad política y cuando hablemos en Madrid o Bruselas queremos hacerlo en plano de igualdad con el resto. No somos menos que nadie. El PSOE, con mucha inteligencia, capitalizó aquel sentimiento y después lo ha ido diluyendo porque en el fondo es un partido muy centralista…
Pues últimamente levanta con asiduidad la bandera del 28F...
—A mí el 28F me parece una fecha importante, pero me gusta más el 4 de Diciembre. El 28F es institucional, recuerda acontecimientos, pero la fuerza está en el 4D. El 28F es hoy una fecha vacía porque el 4 de diciembre significa cambio: Andalucía distinta, Andalucía libre, Andalucía sin sus grandes lacras… No digo que Andalucía no haya avanzado en los últimos 30 años, no sería justo, pero sí digo que desde el punto de vista de quienes creemos en Andalucía por sí, por su autogobierno, estos 30 años son decepcionantes porque no hemos salido del papel subordinado de décadas que motivó que los andaluces se echaran a la calle el 4D.
No le convence aquello de la Segunda Modernización...
—Las modernizaciones son ocurrencias publicitarias inteligentes pero que luego por desgracia no se rellenan…
Tampoco parece que la corrupción haya ayudado mucho...
—La corrupción ha sido un problema mal gestionado aquí y ha aflorado un sistema clientelar y de conductas indeseables en relación con el mensaje que nos dieron los andaluces a partir del 4 de Diciembre: querían una Andalucía distinta, sin caciques, sin corruptos.
¿Y qué recetan?
—Recuperar la iniciativa política, un cambio de modelo y de mentalidades. Decidimos llamarnos ‘por sí’ porque queremos ser nosotros mismos, sin sistemas clientelares, dependencias ni subvenciones, aprovechando nuestras potencialidades . Queremos hacerlo además desde una perspectiva progresista y de izquierdas, en una España federal. Respecto al 28F y al 4D, ni un paso atrás.
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