El ensayista señala que su obra, publicada en castellano y catalán por Paidós, “más que ofrecer recetas, en un momento en el que priman los libros de autoayuda, quiere ser una invitación a pensar la propia existencia a través del propio tiempo. Soy partidario del pensamiento y no de la receta”.
Cuando se le comenta que a lo largo de las páginas de su libro apuesta por un lenguaje sencillo que cala hondo en el lector, responde: “ha sido una opción, porque se puede hablar con términos llanos de cosas muy profundas” y agrega que rehuye “el lenguaje tecnicista, porque muchas veces lo que dice es muy pobre”.
Esquirol, que también es director de la Fundación Epson, sostiene que uno “no debe obsesionarse con la muerte, aunque sí debe tener conciencia de que el tiempo es finito, porque eso lleva a ver que tenemos la oportunidad de actuar”.
De la mano del estoico griego Epicteto, el escritor sostiene que “de vez en cuando conviene pensar en la muerte, porque este tipo de pensamiento sirve para valorar mejor la vida y para darte cuenta de que si tienes que hacer alguna cosa es mejor no aplazarla. Cada día es el último día”.
Aprovechar los días es para este filósofo “estar atento a cada momento y a sus oportunidades, a abrir nuevas puertas, huyendo de imágenes de velocidad, que llevan a la frustración”.
En este sentido, Esquirol, que vive en un pueblo cercano a Barcelona, radiografía el tiempo presente y mantiene que “la velocidad y la densidad de ocupaciones son dos caras de la misma moneda”.
Argumenta que “tenemos vidas demasiado llenas, con demasiadas cosas en la agenda de las que hablar, lo que también proyectamos en nuestros hijos”.
Citando a Pascal, recuerda que “una de las cosas más convenientes es saber estar solos, con nosotros mismos, pero en esta sociedad siempre se nos empuja a estar fuera y distraídos, aunque sin tiempo para pasear o no hacer nada. Perder el tiempo en este sentido –prosigue– sí es algo bueno”.
Josep Maria Esquirol es partidario del equilibrio y pone como ejemplo que “es evidente que debemos distraernos, el problema es estar siempre en ese estado. Hemos de comer, pero no estar siempre consumiendo”, apostilla.
En otro de los apartados del libro, hace hincapié en la expresión “dar tiempo”, que destaca, “no tiene que ver con el reloj, sino con una actitud, generosa, altruista, paciente”, como la de la persona que destina una parte de sus horas, porque quiere, a acompañar a un enfermo.
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